Antonia Font (Joy Eslava, MAD) 8.2.2012

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Habían pasado muchos meses desde la última visita de Antònia Font a Madrid. Fue en mayo del 2011 en el pequeño Teatro Lara, un lugar acogedor e íntimo, pero demasiado serio para el rollo festivo de la banda mallorquina, que anoche trajo a la capital su repertorio, enriquecido recientemente con la publicación de Lamparetes (2011), a la sala Joy Eslava, convertida una noche más en el refugio perfecto para resguardarse de la nueva ola de frío siberiano que congela al país.

Aunque el local de la calle Arenal no registró el lleno absoluto de las cuatro noches de Lori Meyers de la semana pasada, no fueron muchos menos los que quisieron acercarse para disfrutar del quinteto de Mallorca en su salsa, tal como dijo su cantante Pau Debon, “en una sala con la gente de pie, con movimiento”. Y con esas ganas nada disimuladas que el público siempre agradece, arrancaron, sin más contemplaciones, con un par de cortes de Lamparetes: su curioso y brillante perfil en clave de rap de Clint Eastwood, enlazando sin prisa pero sin pausa con Icebergs i geisers. A partir de los primeros aplausos, Antònia Font ya tenía al público – entre el cual se veía a mucho fan visiblemente emocionado de estar presente – metido en el bolsillo.

Por las calles de Madrid los grados no dejaban de caer en picado. Mientras tanto, en la Joy, esta banda consiguió que el personal reviviera el espíritu del verano por unos minutos, ya no sólo gracias a sus canciones, historias sencillas donde se mezclan las patatas y las olivas con los bikinis, sino por su cercanía y calidez sobre el escenario, obra y gracia de Pau. El cantante fue todo sonrisas y simpatía desde el principio, transmitiendo una gran energía – esa que tendría que rebajar en el Lara – y mucha expresividad, moviendo las manos y animando a los presentes a cantar. Los fans y los que controlaban el mallorquín (o el catalán) no dudaron en corear cada tema, el resto se conformó y disfrutó dejándose la garganta (literalmente) en Mecanismes o formando el coro perfecto para Alegria. Pau tuvo que coger la guitarra de vez en cuando – también tuvo que tocar esa flauta infantil de Sospitosos y un xilófono que parecía de juguete en Islas Baleares – sin embargo ,estaba claro que lo suyo era bailar sin parar por el escenario, micrófono en mano, al ritmo de las animadas Alpinistes-Samurais o Robot.

A pesar de la marcha que llevaba toda la Joy en el cuerpo, también hubo tiempo para temas más relajados, como las encadenadas Pioners, Boreal y Es Canons de Navarone del último álbum, seguidas de un cambio de ritmo radical que no decaería en lo que quedaba de concierto. La playa y el verano llegaron casi para quedarse gracias a los gritos de “¡Quiero sangría!” de Holidays (mención especial a la gran exhibición de guitarra de Joan Miquel Oliver) o a esa sana y poco extendida costumbre de saber reírse de uno mismo, Islas Baleares, que protagonizó uno de los momento más inquietantes de la noche: Selrak, bajista de la banda catalana Entropia, se unió al cantante para los versos finales, volviendo a crear dudas sobre si sólo se trata de una letra cantada al revés o de una invocación satánica. Llegados a este punto, no hacía nada de frío en la Joy, pero más de uno sintió escalofríos, seguro, olvidados cuando empezó a sonar Wa yeah! a modo de primera despedida.

Para el bis, se guardaron uno de los triunfos de la noche, Me sobren paraules, que ya llevaba solicitando el público un buen rato, bien con carteles o con gritos de “Uao uao uaooo”, el sencillo acompañamiento que nadie tuvo problema en corear.

Eso sí, nadie abrió la boca mientras Pau fraseaba sobre la ruidosa guitarra de su compañero en Astronauta Rimador; por unos minutos, aquellos parecía un concierto de heavy, y nadie supo seguirle, aún así no cesaron los bravos y aplausos del entregado aforo, una combinación de expertos en la causa de los Antònia Font y  curiosos que disfrutaban por primera vez del directo de los mallorquines.

La “melodía moderna” a la que hacía mención el último tema de la noche, Calgary 88, no es nada más y nada menos que Atlantis is Calling (S.O.S. for Love) de los alemanes Modern Talking, que empezó a sonar según Antonia Font abandonó el escenario de la Joy, un simpático guiño que mandó a todo el mundo a casa con una sonrisa en la cara tan radiante como la de Pau.

Ahora mismo en Mallorca hace tanto frío como en Madrid (aunque allí han visto la nieve, fenómeno que de momento no se ha dado en la capital); sin embargo, anoche el público saboreó su soleado verano con la inyección de alegría y buenos ritmos de estos representantes de las islas del Mediterráneo. Antònia Font dicen que les sobran las palabras, pero sus seguidores (tanto los de siempre como los que ayer cayeron bajo su hechizo) no tardaron en acudir a Twitter, para repetir la misma pregunta: “¿Cuándo vais a volver?”. Esperemos que pronto.

Foto por Britpopcorn / Redacción por Beatriz H.Viloria

Redacción #HTM
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