Pese a la mezcla de públicos, el exceso de colas para hacer cualquier actividad humana –cualquiera-, un cartel que provocaba dicha mezcla de gentes –de todo tiene que haber en el jukebox del señor- esta segunda edición del Arenal Sound nos proprocionó una serie de grupos que otros no prometían a un precio realmente económico que posiblemente animó a algún novato a iniciarse en el mundo de la playa, la música, y los servicios portátiles.
La tónica de un público despistado que se repitió a lo largo del festival fue clara la primera jornada del festival. A las 22.30 subían a escena los míticos Charlatans, en un inicio pletóricos, pero que fueron apagándose por la poca participación del personal que hacía de oyente. Si en lugar de la banda de Manchester ponen a Luis Cobos y sus zarzuelas, excepto unas docenas, nadie hubiera notado al diferencia. Los que sí prometían por público y por actitud fueron Polock. Estaban en casa y cada vez se les ve más cómodos sobre un escenario, pero no permanecieron allí media hora. Fue la regla que la organización designó para diversos grupos como The Noises, La Habitación Roja o Miss Caffeina, que hicieron de meros teloneros. Mal.
La triunfadora de la noche de la primera noche fue Russian Red. Mejorada puesta en escena para su segundo trabaj y euforia por la cantidad de público que, ahora sí, sabía a lo que venía. Según Hernández, la cantante, era el concierto con más público que habían dado. La calidad de las nuevas canciones no sufrió bajones y se convirtió en uno de los conciertos a destacar de esta segunda edición. Otros que lo dieron todo fueron esa regeneración mainstream neo-romántica de Depeche Mode que son Hurts. Muy grandes en directo.
El viernes lo abrieron Dinero. Bajo un calor normal a las 19.00 de agosto junto al Mediterráneo, los alicantinos demostraron que la actitud del rock no entiende de horarios. La gran pegada de la noche, al igual que hiciera Russian Red la anterior, fueron Vetusta Morla. Llenaron el escenario principal y a muchos nos hacía indicar que los sounder necesitaron dos cosas para acudir al festival: Vetusta Morla y playa. Los madrileños unieron sus dos discos para completar una gran velada que Scissor Sisters y Calvin Harris se encargaron de terminar de animar.
La noche más interesante fue la del sábado, ya que entraba en escena la trinidad de la calidad musical en España: We are Standard, El Guincho y Delorean. No defraudaron. A las 20.00 entraron en escena la fiesta personificada: We are Standard. Pese a lo malo del horario para una banda que nunca debería tocar antes de medianoche, Deu Txakartegi, el líder de la formación, se encargó de hacer olvidar a los asistentes todo lo que no estuviese relacionado con ellos. Faltó su versión de Ritmo de la noche – o la hora no lo requería o han preferido dejárselo a Coldplay-. El Guincho acudió justo después que los de Getxo y la fiesta continuó, aunque ciertos problemas de sonido –y la falta de esas espléndidas bailarinas- no hicieron de su actuación la mejor del canario. Entre este y los grandes, como cada vez que actúan, Delorean intervinieron Miss Caffeina con uno de esos pequeñso conciertos de degustación que contó con buenas guitarras y gran afluencia. Love of Lesbian dieron otro gran concierto rodeados de miles de voces que les aclamaron como uno de los grupos del momento. Nada nuevo. Los que si mostraron la calidad creciente de la música en nuestro país fueron The Suicide of Western Culture. Tras su puesta sobre el escenario como una banda de electrónica cualquiera, enseñaron armas que recuerdan a unos Mogwai enfurecidos Mac en mano. La sorpresa del festival.
J. Castellanos