Tras albergar la semana pasada la primera edición del festival Pròxims, el Poble Espanyol era el espacio elegido para celebrar otro estreno, esta vez del Fly Me To The Moon. La organización del Primavera Sound impulsó este ciclo de música en directo en Barcelona, dividido en dos jornadas tan interesantes como diferentes entre si.
La velada del miércoles 27 se encargaron de abrirla los barceloneses The Suicide of Western Culture. Pese a su magistral concierto en el pasado Primavera Sound, la plaza no estaba ni medio llena. Pasadas las nueve de la noche se abrió el telón y entró a escena el dueto (aunque en directo son tres), ansiosos por aprovechar la oportunidad que les brindaba nuevamente el staff del PS.
Estos dos jóvenes catalanes dejaron a más de uno boquiabierto (me incluyo) con las piezas de su único y homónimo trabajo, The Suicide of Western Culture (2010). A medida que avanzaba su repertorio, inevitables (y odiosas) eran las comparaciones con Fuck Buttons, aunque visto lo visto este es el mejor ejemplo de que las nuevas generación suben muy fuertes. En poco más de cuarenta y cinco minutos regalaron un recital de electrónica hipnótica y cargada de emociones. Para despedirse, ración de mensaje político: “LOVE YOUR FRIENDS, HATE THE POLITICIANS”. Menudo inicio de festival.
La noche la completarían Animal Collective. Los referentes del pop mutante y psicodélico tenían muchas cosas que demostrar en la Ciutat Comtal, ya que su aparición en el Primavera Sound decepcionante. Por ello (o no), los de Baltimore firmaron una actuación digna, aunque con demasiados altibajos. Los norteamericanos optaron por ofrecer todo un carrusel de temas nuevos, unidos a su ya habitual derroche de luces y color. La esencia que ellos han creado impregnó un Poble Espanyol que saltó, chilló y bailó por doquier en el concierto que cerró el Day 1 del festival.
La segunda jornada de Fly Me To The Moon la protagonizaron Joanna Newsom y Beach House. Primero fue el turno de Joanna Newsom. Acompañada de tres músicos (uno de ellos el percusionista de Bill Callaghan) firmó una actuación de cuento. Con una puesta en escena brillante (destacando la imponente figura del arpa en el centro del escenario) la silueta angelical de Newsom fundió a un Poble Espanyol hipnotizado. Desgraciadamente el murmullo constante de las filas traseras no permitió disfrutar al 100% del que fue una delicia de concierto.
Si el listón ya estaba muy alto, lo mejor se dejó para el final. Entre una iluminación lúgubre y tres pirámides desdibujadas aparecieron Beach House. Y al segundo tema ya se entrevió que aquello iba a ser grande. El grupo completó un día mágico con su dream pop y las perlas que le han llevado a ser considerado uno de los grupos de moda. Acompañaron cada pieza de una atmósfera envolvente que exageró la calidad de “Used to Be”, “Norway” o “Silver Soul”. Beach House logró crear un micro-clima de nostalgia y recuerdo en el que únicamente se encontraban ellos y cada uno de los asistentes. Ovación tras ovación, rubricaron sin duda la actuación más aplaudida de todo el festival.
Volviendo a casa, fue inevitable hacer balance y recordar la contundencia de The Suicide of Western Culture, la psicodelia de Animal Collective, la magia de Joanna Newsom y la conexión con el público de Beach House. Cuatro grupos y dos días en que la luna no ha parecido tan lejos.