Hasta la aparición del casete las copias ilegales se antojaban complicadas. El vinilo era el único formato a nivel usuario para escuchar música y su reproducción fuera de los términos legales era imposible. Con la llegada de la cinta, el público comenzó a hacer sus propias copias y con el inicio de la era del CD la cosa de extendió hasta llegar al formato digital, los torrents y las descargas directas, coincidiendo con los peores niveles económicos de la industria musical.
Tras lo que parece una evolución errática de formatos que ha lastrado a las compañías discográficas, el formato vinilo ha vivido en los últimos años una resurrección que le ha llevado a aumentar el nivel de ventas hasta un 745% en los últimos cinco años. Esto, unido a la nueva tecnología, ha propiciado lo imposible: la copia de vinilos.
Con una de esas impresoras 3D capaces de fabricar armas, la ingeniera Amanda Ghassaei ha diseñado la posibilidad de pasar nuestra música digital a vinilo. Pese que aún se encuentra en en fase de pruebas, la idea de Ghassaei asegura poder guardar un vinilo de cada uno de aquellos álbumes que siempre quisimos tener en 33rpm o incluso editar en tal formato nuestros propios trabajos.