Los hermanos Dardenne se formaron en el documental, por lo tanto, el paso natural en su crecimiento como cineastas fue hacer cine social. Así llevan 24 años. Películas de corte dramático, crudas y realistas constituyen su filmografía. Además son los niños mimados del Festival de Cannes, dos palmas de oro por Rosetta (1999) y L’enfant (2005) alimentan la idea, extendida en según qué ámbito de la cinefilia, de que estos belgas puedan estar algo sobrevalorados.
Cualquier reconocimiento, aunque sea exagerado, hay que ganárselo. Y la última película de Jean-Pierre y Luc Dardenne, Le gamin au vélo (El niño de la bicicleta), es magnífica.
Cyril (Thomas Doret) tiene 12 años y es huérfano de madre. Se escapa constantemente del lugar de acogida para buscar a su padre, esto se convierte en una misión casi imposible y de pura casualidad conoce a una peluquera (Cécile De France) que se ofrecerá para pasar con él los fines de semana. La relación entre ambos no será fácil. Por si fuera poco a Cyril están constantemente robándole su bicicleta.
Este argumento podría haber sido rodado de manera edulcorada o con demasiada moralina. Estaríamos ante un profundo drama con moraleja, denso y soporífero. Afortunadamente no es así, los Dardenne se han limitado a filmar algo real, estando cerca de la objetividad pero además, y ahí está el verdadero logro, han escrito y rodado una película con un ritmo vibrante. Cine social y ritmo vibrante, sí, cómo lo leéis. Las escenas se suceden rápidas y además dejando poso. El drama se intercala con la acción de forma limpia y natural. De ahí el entusiasmo general (en Cannes no pasó desapercibida y recibió el Gran Premio del Jurado).
Esta es la película más luminosa de los directores belgas, porque está rodada en verano y porque encierra cierta idea esperanzadora en el ser humano (resurrección incluida), aunque sin pasarse. La película retrata a mentirosos, delincuentes, cobardes y egoístas. Pero no hay villanos, son sólo seres humanos. El mejor de ellos es el interpretado por Cécile De France, la actriz francesa que Clint Eastwood dio a conocer al mundo entero con Hereafter, realiza una interpretación sin exagerado sentimentalismo de la única persona capaz de ayudar y dar amor al niño de la bici.
Las imágenes están construidas con naturalismo y sencillez. Como en cualquier filme de carácter social que se precie la cámara capta los momentos más dramáticos acercándose a la acción, a veces demasiado, pero siempre intentado captar la mirada del imberbe protagonista. Por todas estas razones Le gamin au vélo es la película más accesible de los Dardenne, que no pierden, además, ni una pizca de su personalidad. Cine de autor para todos los públicos.
Pedro Moral