Una película francesa, muda y en blanco y negro triunfa en los Globos de Oro. Tampoco es tan difícil si el filme en cuestión homenajea al cine americano. De cualquier forma, ayer en la gala conocida como la antesala de los Oscar se hizo el silencio. Ganó The Artist en tres categorías, banda sonora, mejor actor y mejor comedia. Ninguna objeción. Es la mejor película del año.
The Descendants se llevó el de mejor drama. Alexander Payne, uno de los mejores directores independientes de EE.UU. lo merece. Peliculón éste, protagonizado por el siempre elegante George Clooney. Que al final de la gala, cuando recibió el premio de mejor actor dramático, hizo una elocuente referencia al pene de Michael Fassbender, “puedes jugar al golf sin manos”, le dijo. Al parecer Clooney se bebió el alcohol que le faltó a Ricky Gervais.
El cómico venía tan inflado de la anterior gala que pinchó. El problema debió de estar en su sobriedad. Apenas dejó un par de perlas imperceptibles dentro de las tediosas tres horas de ceremonia. Cosas como: “Tengo un gran vocabulario y un pene pequeño” o “Dios y mi agente han hecho lo mismo por mi carrera”.
La serie triunfadora, con dos premios (mejor serie y mejor actriz), fue Homeland, calificada como el mejor thriller de la televisión americana. Modern Family, como no, se llevó el galardón a la mejor serie de comedia. Su dedicatoria fue de las mejores, con una Sofia Vergara inspiradísima que traducía libremente al castellano las palabras de Steven Levitan. Momentos antes Ricky Gervais declaraba que no entendía «ni una puta palabra» de lo que hablaban Antonio Banderas y Salma Hayek. Era el momento latino de la noche.
Madonna ganó mejor canción. Bochornoso. La canción es sosa, facilona y vulgar. El señor Elton John también competía en esta categoría y su canción, Hello, Hello, está a años luz de Masterpiece, la abominación de la Reina del pop.
Meryl Streep, la mejor actriz de la historia, ganó el Globo de Oro por The Iron Lady. Da igual que esta vez no se lo merezca o que la película sea floja. Streep está tan cerca de la perfección que, por mí, que se lo den todos los años, aunque no haya rodado ninguna película. Su rostro es cine, obviando la belleza de Charlize Theron (espectacular vestido) o el encanto de Natalie Portman. Aunque para encanto el de Zooey Deschanel. Cada vez que la cámara enfocaba su sonrisa lo alumbraba todo. Su The New Girl , sin embargo, no se llevó nada.
El escenario sí pudo gozar de la presencia de Idris Elba, que recibió el premio a mejor actor por Luther Stringer Bell le robó el premio a McNulty (Dominic West), nominado por The Hour.
El homenaje fue para Morgan Freeman. Sidney Poitier le dedicó unas gélidas palabras que Helen Mirren arregló con sentido del humor y suspicacia. Ver un video que recogía varias secuencias de las películas de Freeman fue una experiencia reveladora. El actor del pendiente, el fiel amigo de Eastwood, es el mejor actor secundario de los últimos cuarenta años.
¿El mejor director? Ni Michel Hazanavicius ni Payne. El premio fue para Martin Scorsese. El director de Taxi Drive o Uno de los nuestros se lleva un Globo de Oro por una película infantil. El absurdo de los premios.