El futuro económico de la música está salvado. Taylor Swift ha asegurado y dado su palabra de boy scout de que la industria no está muriendo, está cobrando vida. Así lo ha manifestado en un editorial en el Wall Street Journal, en el que analizaba el presente y posible futuro de la industria musical.
Para la cantante pasada a analista económica, “el valor de un álbum es y continuará estando basado en la cantidad de corazón y alma que un artista ponga en su trabajo y el valor financiero que el artista (y su sello) decidan poner cuando sale al mercado”. Nos secamos las lágrimas y aplaudimos; que bonita es la inocencia.
La venta de música sigue acarreando años de caída en picado. Algunos podrán pensar que la explosión de Internet fue responsable y ahora se comienza a equilibrar la balanza con el streaming y las compras digitales; estarán equivocados. La doctora Swift lo ha dejado muy claro: “La gente solo compra los discos que les golpean como una flecha a través del corazón o les hacen sentir fuertes o les permite sentir que no están solos sintiéndose tan solos”. No hay pañuelos suficientes en el mundo.
Para que nos quede claro, la fórmula para poner precio a un disco y que triunfe sería la siguiente:
[quote_box_center]([Abrazos + Amor + Cariño]/Golosinas) x Unicornios²[/quote_box_center]
No podía poner el punto final a su ensayo sin comparar la música con (sí, amigos) ¡una relación sentimental!: “Los fans ven la música como ven sus relaciones. Algunas son para un rato […]. Algunas canciones y álbumes representan épocas de nuestra vida. Sin embargo, con otros artistas será como buscar “el elegido’”.
Es fácil pensar que la industria musical va bien y todo será de color de rosa en el futuro cuando vendes millones de álbumes y dispones de un poder promocional como el de Swift. El optimismo es un aliado y una virtud, pero hay que saber controlarlo para que no degenere en ingenuidad.