Un viaje. Un niño kurdo, Ahmed, y su abuela recorren Irak de norte a sur para buscar al padre del primero y al hijo de la segunda -un soldado arrestado por la Guardia Republicana de Saddam al final de la Guerra del Golfo-, este viaje cambiará la existencia de ambos. Para siempre. Son of Babylon es una road movie sobre el dolor y el descubrimiento, donde dos personas vagan por un lugar casi postapocalíptico, Irak, tres años después de la caída del régimen de Saddamm Hussein.
A los cinco minutos la película te atrapa. El ritmo es rápido, aunque la historia está repleta de reflexiones sobre la política y la cultura árabe, las pinceladas con las que está retratada son europeas. Tiene todos los ingredientes de las road movies clásicas: carreteras vacías, personajes grises y amables, una búsqueda… Son of Babylon no tienen nada que envidiar a Easy Rider, Little Miss Sunshine o Thelma & Louise. Sí tiene algo que la diferencia, un mensaje político y un final tan amargo como la realidad.
Los distintos personajes que el niño y la mujer se van encontrando forman un plantel muy heterodoxo que acaba por definir el hermoso vínculo de los protagonistas. El más relevante es un ex combatiente de la Guardia Republicana que podría ayudarles, pero perdonar no es tan fácil para la anciana.
En su camino, la abuela y su nieto se encuentran con una dura adversidad. Las fosas comunes. Miles de familias nunca podrán enterrar a sus seres queridos porque no han sido identificados. Irak no está tan lejos.
Hay escenas que tardan en desaparecer de la memoria, sobre todo por el sonido del llanto de las mujeres, huérfanas o viudas, que Daradij coloca estratégicamente fuera de plano, mientras aprovecha para narrar la actitud de un niño de 12 años obligado a madurar. La cámara tiene una virtuosa sensibilidad que impregna de una emoción brutal cada imagen.
Los actores no son profesionales, pero su trabajo es intachable, se podía decir que en algunas escenas no actúan, viven. La rectitud y seriedad de la abuela choca con la alegría y vitalidad del nieto. El pasado del la anciana lleno de rencores y sufrimientos se contrapone con la actitud de Ahmed, de doce años, con una infancia no exenta de drama pero con el futuro por delante y la posibilidad de perdonar.
Pedro Moral