Jessica Dimmock se encontró -por casualidad- con la posibilidad de fotografiar el interior de un piso en el que convivían un grupo de heroinómanos. Estuvo en el lugar y en el momento preciso. Podría haberlo hecho de mil maneras. Podría haber sido cruel, morbosa e incluso podría haber hecho arte, sin embargo la consagrada fotógrafa norteamericana sólo retrató la realidad. Tres años para terminar uno de los trabajos fotográficos más impactantes de la última década, The ninth floor.
Un estafador alquiló una habitación en el noveno piso de un lujoso bloque de apartamentos de la Quinta Avenida. Allí se dedicó a meter traficantes y consumidores de caballo. Dimmock se hizo un hueco entre los inquilinos y retrató cada detalle de sus vidas. La cámara de la consagrada reportera captó momentos oscuros, sucios, lúgubres, sangrientos y terroríficos. Supo encuadrar en una misma fotografía la crudeza de un chute y también su cotidianeidad.
Pero Dimmock no se conformó con plasmar las miserias de ese noveno piso. Siguió a varios de sus inquilinos fuera de ese ambiente. Y ahí el trabajo de la fotógrafa comenzó a adquirir humanidad. Dos historias: la vida de la pareja formada por Rachel y Dionn, y las idas y venidas de Jesse.
La cámara de Dimmock tomó parte de los momentos más íntimos de Rachel y Dionn. Insultos y violencia doméstica, alcohol y desorden en dos vidas tiradas por la borda. Pero también amor. Mucho amor. Una secuencia de la exposición muestra como Rachel pega a Dionn en la boca y lo hace sangrar, en la fotografía siguiente le besa desesperadamente. Brutal y emotivo. Entonces un día, Rachel se queda embarazada.
Después está Jesse. Una toxicómana que se prostituye para poder pagarse la heroína, que va a la cárcel y que intenta desengancharse sin éxito. Dimmock no tiene el menor reparo en mostrar los momentos de más debilidad, pero tampoco nos priva de la humanidad y la esperanza de estos seres humanos.
The ninth floor -hasta el 9 de noviembre en la Galería Cero de Madrid- es un trabajo escalofriante pero a la vez está lleno de calidez. Porque sobre todo es un trabajo humano.
Pedro Moral