Una silla, un par de focos y una guitarra. Kristian Matsson no necesita mucho más para crecerse. Donde otros se apoyan en una banda, artificios o garra, el sueco se mueve como un gato provocativo e incluso un poco payaso para conseguir concentrar todas las miradas. Lo que el año pasado era un The Tallest Man on Earth encerrado entre los pisos de Joy Eslava, esta vez campaba a sus anchas por un teatro que por poco deja de ser Fernán Gómez. Madrid se ha acostumbrado a que, con Ana Botella, las cosas dejen de tener un nombre para adquirir un precio.
Durante algo más de una hora, Matsson interpretó un repaso por lo que ha sido hasta ahora su carrera, siete años desde que debutara con su homónimo EP que nos descubrió en 2006 a un pequeño Dylan sueco que ha ido atrapando con descaro los oídos de Europa hasta convertirse en institución del país del que nacen las mesas de 5 euros. Antes de que el sueco entrara en escena nos dio la oportunidad de descubrir a Daniel Norgren, telonero de lujo también sueco y que demostró el poder que tiene su país para absorber estilos.
Dos fechas ofrecía Matsson en la capital española y en la última se despedía por un tiempo. Desaparecer, según el músico. Tiene excusa. El sueco comentaba entre canción y canción que iniciaría la grabación de un nuevo trabajo que debería salir a finales de 2014. Bajo la bandera «más grande que he visto» -la de la Plaza de Colón-, el artista abrió la noche con ‘The King of Spain’, himno entre su discografía que evoca un monarca mucho más bohemio. Entre arpegios, aplausos y movimientos de silla, The Tallest Man on Earth hacía honor a su seudónimo en una noche en la que hubo tiempo para el ‘Graceland’ de Paul Simon con una excelente versión, olvidar la letra de ‘The Wild Hunt’ y bromear hasta la saciedad.