El éxito de Lorde se extiende a través de fronteras, credos, géneros musicales y… especies. El nuevo club de fans de la neozelandesa es un grupo de vacas que acuden raudas a la llamada de su música.
Derek Klingenberg es un granjero que dedica sus tiempos libres a serenar a su vacada a golpe de ‘Royals’ en trombón. Sentado en su pequeña silla de playa, las notas vuelan a través de la campiña hasta que a lo lejos, en el horizonte, cortan el cielo las siluetas de fans bovinos que se agolpan en su camino hacia la canción de su ídolo. No será raro que te recuerde a la imagen que puedes vivir en cualquier festival porque, sí, la estampida hacia el «escenario» se parece mucho.
Tendremos que añadir a Lorde al conjunto de artistas de los que las vacas son histéricas seguidoras.
¿Hubiese funcionado igual con esto?