Lewis Carroll, ese escritor, matemático, fotógrafo, drogadicto, diácono y al parecer sospechoso también de estar oculto bajo el terrorífico alias de Jack el Destripador escribió en 1865 Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas y apasionó a niños, a matemáticos y a consumidores de sustancias alucinógenas. Nadie como este tipo atormentado ha retratado tan hábilmente y con tanta inteligencia la sociedad, la cultura y la política de su tiempo ni ha realizado un juego de espejos tan salvaje y desconcertante en una obra artística. Hasta el año 2010 cuando Banksy regaló al mundo Exit Through the Gift Shop. Tras este documental o sátira o fraude audiovisual lleno de mentiras y verdades, con conejos y agujeros bastante más complejos que los descritos por Carroll no hay ni guionista ni director. En los créditos aparece tan sólo la frase: “Un film de Banksy”.
El arte urbano y algunos de sus representantes convirtiendo las ciudades en museos, en panfletos, en poemas y cartas de amor, inundando los muros de colores mientras Richard Hawley entona esa canción llena de romanticismo titulada Tonight The Streets Are Ours. Ninguna pieza musical tendría tanto sentido como ésta sonando entre las imágenes que propone Banksy. Esa melodía atrapada en el tiempo con la voz pasada de Halley retrata a la perfección la historia de amor y odio rebosante de hipocresía entre el arte y el negocio.
La versión oficial sobre Exit Through the Gift Shop, la que el propio Banksy cuenta en el documental, es que un francés residente en Los Ángeles llamado Thierry Guetta, conocido mundialmente como Mr. Brainwash, estaba obsesionado con grabarlo todo y decidió en un momento dado hacer un documental de Banksy. Tras tener acceso al misterioso grafitero y apegarse a su forma de creación, Guetta se lanza a por sus propias obras haciendo un plagio descarado a otros artistas. De manera instantánea su arte se convierte en vanguardia arropado por todo el esnobismo rancio existente en ciertas esferas de Nueva York o Los Ángeles.
Por eso el documental pasa de tener como protagonista a Banksy para centrarse en Guetta ¿Es Mr. Brainwash alguien real? Sí, de hecho el firmó, por ejemplo, la portada de Celebration de Madonna. ¿Y si Thierry Guetta no es más que Banksy burlándose de todo el mundo? Al fin y al cabo nadie jamás ha visto la cara del grafitero. Lo que sí sabemos de él es que tiene buen oído. Para supervisar la banda sonora del documental eligió a Geoff Barrow, de Portishead, y fueron cinco las canciones elegidas. Aparte de la obra maestra de Hawley, y los pianos que presentan a Guetta, la banda sonora goza de presencias como la de Kelly Watch the Stars, de Air. Uno de los mejores singles del grupo que Sofía Coppola utilizó para sus vírgenes suicidas.
La atmósfera que despliega la canción está maravillosamente pegada con las imágenes que acompaña en las que un tal Zeus pinta varias sombras mientras Guetta le graba de noche. Air y su electrónica de colores ilusorios empujan al espectador hacia la madriguera del conejo.
Por su obra se conoce al artista y si algo se puede deducir en las pinturas de Banksy es su afilada ironía. Sus pinturas están repletas de mensajes para la sociedad llenos de rabia y a veces con un macabro sentido del humor. Por ello una de las canciones elegidas fue Staying In de Diskjokke, electrónica con reminiscencias a videojuegos infantiles pero llena de sarcasmo.
Pero sin duda los mejores momentos son aquellos en los que se puede ver a Banksy trabajando. Si es que él es realmente el encapuchado de voz trucada que aparece tras la cámara. No lo creo. En cualquier caso la versión instrumental de Kronkite, de The Creators es la elección acertada, la base perfecta para crear el misterio que rodea al personaje, o personajes, porque Banksy puede ser uno o ser muchos.