“¿Está intentando seducirme, Mrs. Robinson?». Esta frase sale de la boca de un imberbe Dustin Hoffman enfocado entre el hueco que forman las dos piernas cruzadas de Anne Bancroff. El que sujeta la cámara es Mike Nichols y ese Cha-Cha-Cha que suena de fondo ha sido compuesto por Paul Simon e interpretado por Simon & Garfunkel. Cuántas melodías insustanciales habrán sido elegidas por señoras Robinson para entonar el atrevimiento de estúpidos y confundidos muchachos que acaban de salir del cascarón…
El graduado se basa en una novela que refleja la experiencia real de su autor, Charles Webb. Un californiano que mantiene relaciones con una mujer casada y que después se enamora perdidamente de la hija de ésta. A la novela le fue bien pero lo que ocurrió con la película fue excesivo e inesperado. Todo el mundo conoce esta historia. El éxito de la cinta contribuyó al despegue inmediato de Hoffman, al lanzamiento internacional y definitivo de Simon & Garfunkel y al entierro del viejo Hollywood.
En los primeros minutos de película, que Tarantino homenajeó/plagió en Jackie Brown, un tipo más bien feo, de rasgos judíos y de gesto introvertido se deja llevar por la cinta eléctrica de un aeropuerto. Es el protagonista, Ben. Pero Ben estaba descrito en el libro como un californiano anglosajón, blanco, protestante y de ojos azules. Y la primera opción, como es natural, siempre fue Robert Redford… Pero ¿quién en su sano juicio iba a creerse a Redford en el papel de un perdedor al que le iba mal con las mujeres? Nichols lo supo ver y en uno de los movimientos de casting más astutos que se recuerdan cambió al guapo de Robert por Dustin Hoffman.
La canción que suena en esa maravillosa introducción es The Sounds of Silence, un folk sencillo de profundidad inmensa que acompañará al personaje en la película. La obra maestra de Simon & Garfunkel es un retrato de la soledad, de la lucidez del joven que lucha por deshacer el cinismo y la hipocresía del adulto. Es una canción que habla de cambio. En algún momento se escucha a este dúo decir: “People talking without speaking/People hearing without listening”. Algo parecido ocurría en Hollywood a finales de los años 60 cuando se rodaba una película tras otra y todas (o casi todas) sin alma. Pero el cambio estaba a punto de llegar. Y Nichols y Hoffman formaron parte de esa revolución. Tras El graduado los actores dejaron de tener ese aspecto resplandeciente e inverosímil, el de los Reford y los Paul Newman para ser relevados por los Robert de Niro, los Gene Hackman o los John Cazale. Tipos reales que protagonizaban historias que te podías creer.
Cuando Hoffman estaba sentado para realizar la prueba de casting alguien se fijó en sus grandes cejas y pidió que se las depilaran, también sugirió que le subieran el cuello de la camisa para disimular la anchura de su pescuezo y finalmente alguien dijo: “¿Y qué hacemos con esa nariz?”. Esta fue la experiencia más humillante del actor en toda su carrera. Pero hoy no se puede concebir otro Benjamin que no sea él.
La actitud de Dustin Hoffman es la de un chico que busca ser distinto a sus padres, que está aburrido de los convencionalismos y que necesita hacer y decir cosas diferentes. El futuro incierto y la seductora idea del sexo con una mujer madura nublan su capacidad para actuar. Aletargado en ese verano californiano, el personaje de Hoffman deambula en la casa de sus padres y pasa directamente de la colchoneta al cuerpo de su amante.
Los zooms que utiliza Nichols se han quedado anticuados y hasta pueden llegar a ser irritantes, pero ese corte en el que Hoffman salta de la piscina al colchón donde espera Mrs Robinson es todavía uno de los más bizarros de la historia. Y The Sound Of Silence de nuevo, esta vez enlazada a otro maravilloso tema de Simon & Garfunkel, April Comes She Will. Una canción sobre la espera con una guitarra de nostalgia aplastante. Como el sol californiano.
La primera hora de película es un recopilatorio de miradas perdidas y gente conversando sin hablar. La fábula del sexo hueco entre la amargura de la madurez y el desorden de la juventud. Entonces aparece la hija de la Mrs. Robinson y la vida de Ben se llena de dificultades.
El filme se transforma en una obra menos profunda pero gana en romanticismo y en intensidad. Sigue siendo emocionante recordar la escena en la que un empapado Dustin Hoffman confiesa sus pecados a esa dulce y virginal Katharine Ross. Lo que sigue es una persecución incansable que terminará en la interrupción de una boda. Y para sonorizar esos viajes en coche por Oakland o Santa Bárbara fue compuesta la canción más conocida del dúo de Nueva York, Mrs. Robinson.
Con ese rasgueo de guitarra y esos ti tiriri titi tirititi tiriti comienzan los versos de Mrs. Robinson. La canción ofrece algo de compasión para esa mujer que esconde los secretos en el cajón de la ropa interior o en la despensa al lado de los pastelitos. Pero esa melodía acústica significó mucho más, aparte del Oscar que Simon se llevó a casa -Garfunkel nunca estuvo muy a gusto ya que Simon se encargaba totalmente de las composiciones-. Desde que Nichols colocó esta canción en el filme todas las mujeres casadas con amantes más jóvenes que ellas se bautizarían como Mrs. Robinson.
Al final el personaje de Hoffman consigue lo que quiere. Y ya en el autobús que le lleva hacia su futuro suena por última vez The Sound of Silence. ¿Para qué disimular el miedo con palabras vacías? Ese silencio compartido entre estos dos benditos inconscientes no debe ser interrumpido nunca.
- Y a ti, ¿qué te parece la BSO de The Graduate?
- Más Big BSO: Trainspotting, Drive o Django Unchained.