The Beach Boys siempre fueron unos visionarios. De hecho lo siguen siendo. Alejados de la revolución del sonido que cometieron en los sesenta cuando Brian Wilson, el eterno traicionado, componía y creaba obras maestras antes quemarlas o escuchar voces. Hoy, representan a los jubilados del futuro. No jubilados. Pasados los 70 años, los que llegaron, dedican su tiempo a vestir camisas que ahora se dejan ver por Malasaña sin esconder su faceta y a discutir de idas y venidas como los ancianos que aquí ejercen de maestros albañiles.
Cumpliendo 50 años y con el merecido homenaje, Mike Love, dueño y señor de la banda que para muchos se erige como el diablo escondido bajo esas gorras que ni Toni Nadal, llamó al bueno de Brian Wilson, totalmente recuperado de sus voces, dioses, grabaciones ardientes y psicólogos sangrantes, para que los chicos, que en La Mancha se dice muchachos, se reunieran y volvieran a la carga, tal vez cansados de tantas horas de bailar Los pajaritos en Benidorm.
Junto a Brian Wilson, cerebro de todo lo que pertenece ahora a Love, se unía Al Jardine, el hombre que mejor aguantó su eterna alopecia. Todos los abuelos marchando por la gran causa a falta de Carl y Dennis Wilson, aún bañado entre los mares de alcohol -si hay que morir, mejor hacerlo ebrio-. Acabada la gira, publicado el trabajo, Love ya no necesita más a Wilson, apellido real en esto de la música.
El eterno traicionado ahora se encuentra en un cruce de declaraciones con su primo, más preocupado en su infierno verde de dólares y partidas de parchís. Y aunque Wilson no necesita seguir viviendo de la patraña creada por Love, todo amor, que afirma que todo tiene un principio y un final, insiste en recuperar ese tiempo perdido enterrado en camas y pastillas. Él, que una vez sometió a The Beatles y que en los últimos tiempos fue capaz de crear cosas como That Lucky Old Sun o un álbum de Disney que hiciera olvidar a los presentes aquellos realities de cante, lloro y Eurovisión. Reclama, dolorido por una vida de puñaladas, su continuación en la banda, aquella que él fundó gracias a su magistral forma de ver la música. Falta por saber si Beach Boys seguirán o no, si Caín volverá a empujar a Abel, que no es nada sin él, si de verdad le importa más el puro celo que el dinero. En la música, como en el amor, todo es traición.