La piratería está mal, caca, muy mal, no se toca. En un grado u otro estamos de acuerdo. Pensamos en piratería y nos viene a la mente el Kazaa o Napster en los albores de las redes P2P, las webs de descarga directa o los torrents a día de hoy. Nos imaginamos discos y discos y más discos fluyendo a través de los etéreos canales de la red atravesando el mundo entero hasta llegar a tus altavoces. La música, la composición de su notación y sus armonías, con esa idea nos quedamos. No caemos en que las letras, como parte fundamental, también están protegidas; al no ser estrictamente musicales, las excluimos de nuestra imagen mental.
Pero a la NMPA no se les pasa por alto.
La Asociación Nacional de Editores de Música estadounidense está a la búsqueda y captura de los portales que ofrecen letras de canciones en Internet. Han pasado de la venta ambulante a Megaupload, las webs de descarga y, ahora, un nuevo objetivo en las webs de letras. Según la asociación, estos portales tienen un negocio bastante más rentable de lo que podemos imaginar gracias a la publicidad que albergan, de lo cual los artistas no ven ni un céntimo.
¿Deberían verlo? Obviamente, las letras son parte de la creación intelectual del artista y le pertenecen. El lucro que tienen estas webs no es directo por la muestra pública de letras de canciones, si no por una publicidad que ejerce un papel adherido a su ejercicio principal, que es el de proporcionar una servicio que, en muchas ocasiones, no puede ser encontrado por otros canales.
¿De verdad es necesario multar con 7 millones de dólares a LyricWiki? Porque yo no veo a ningún artista poniendo el grito en el cielo contra este tipo de páginas. Son los de siempre, los que se han aprovechado de porcentajes desproporcionados en contratos con sus artistas, los que han inflado los precios de los álbumes por sacar una mayor tajada… los peces gordos de la industria, que nunca tienen suficiente.