Hay bandas que consiguen tener un hilo conductor reconocible en sus creaciones musicales. Varios elementos propios que permanecen como una firma desde la primera canción que componen hasta la última. La voz de Matt Berninger y sus frases son el sello de The National.
6. ‘The National’ (Brassland, 2001)
El álbum debut del cuarteto nació entre luces y sombras. Las bandas que no persiguen la frescura, sino un sonido profundo y transmitir experiencias en fraseos de una voz grave necesitan tener mucho camino para conseguir atraer a los oyentes. Más predecible que los siguientes largos, el álbum homónimo de The National no parece avisar de lo que llegaría después.
5. ‘Alligator’ (Beggars Banquet, 2005)
Tras abandonar sus trabajos para dedicarse a su propio sello discográfico y a su música, The National publicaron ‘Alligator‘ (Beggars Banquet, 2005). Las delicadas progresiones instrumentales de cada una de las canciones permiten que la voz camine de forma delicada por encima, como en ‘Sad Songs for Dirty Lovers‘ (Brassland Records, 2003). Las texturas aportadas por el sonido de la batería son otro de los brillantes elementos que explotaría el grupo en el futuro.
4. ‘Trouble Will Find Me’ (4AD, 2013)
La extraña tristeza que produce escuchar la voz de Matt Berninger o el ritmo inquebrantable de la batería de Bryan Devendorf, las texturas de las percusiones de panderetas perfectamente introducidas o las melodías con espacios infinitos de las guitarras hechizan al oyente. En su último largo, el grupo desarrolla una línea más épica que tiene su esplendor en ‘High Violet‘ (4AD, 2010). El corte que abre el álbum es un buen ejemplo de las intenciones del grupo, pasando de una canción que camina sobre una guitarra acústica y una pandereta a ir introduciendo una batería y guitarras eléctricas progresivamente.
3. ‘Boxer’ (Beggars Banquet, 2007)
Con un sonido más grandilocuente y unas canciones más pegadizas, The National se embarcaron en ‘Boxer‘ (Beggars Banquet, 2007). Muchísimos arreglos instrumentales de vientos y cuerdas desarrollan melodías constantemente debajo de la voz de Matt creando una maraña que le da a todo un espíritu lo-fi meticulosamente cuidado. En este disco, nos encontramos las mismas cajas de batería que suenan como metidas en un polideportivo enorme mientras la voz recita sus frases cerca del oyente. La perfecta evolución de ‘Alligator‘ para continuar una línea diferente.
2. ‘Sad Songs For Dirty Lovers’ (Brassland, 2003)
El segundo trabajo de la banda americana es el más pausado y ligero. Abre con instrumentaciones sobre acústicas, baterías lentas y hasta mandolinas para sacar todo el provecho posible a la melancolía de los espacios. El sonido más sentimental les acerca a bandas de los noventa como Yo La Tengo o Mazzy Star. Fue el largo que les hizo dar el paso de abandonar sus trabajos y dedicarse exclusivamente a la música. No es de extrañar con canciones como ‘Slipping Husband’ o ‘Thirsty’ que se dieran cuenta de que tenían un gran talento por explotar.
Le épica que han desarrollado grupos como Arcade Fire no tiene mucho que ver con la que trabajan los maestros de la delicadeza en los que se han convertido The National. La paciencia y la experiencia se nota detrás de cada golpe de batería y en la creación de cada una de las atmósferas que llenan el disco. Con aportes de coros ligeros las canciones avanzan sobre unas guitarras que recuerdan al sonido sucio del ‘Transformer‘ (RCA, 1972) del grandísimo Lou Reed. La concepción artística de los norteamericanos es directa y cruda, sacan el efecto de atmósferas y lejanía grabando en grandes salas y no sobreproduciendo. Cortes brillantes llenan ‘High Violet‘ como ‘Sorrow’, ‘Bloodbuzz Ohio’ o ‘Runaway’ llenan el disco (esta última debería estudiarse en las escuelas para explicar cómo hacer arreglos instrumentales en una balada). Estamos ante una gran banda a la que cuanto más tiempo pase, más le quedará por decir.