En 1964 Stanley Kubrik estrenó ‘Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb‘, conocida en nuestro país gracias a la ingeniería del rebautizo como ‘¿Teléfono Rojo? Volamos hacia Moscú‘. En ese film Peter Sellers se metía en la piel del doctor Strangelove, cuando no era el presidente Muffley o el capitán Mandrake. Sellers interpretaba a un antiguo nazi al servicio de EE.UU. que no podía evitar que su mano se alzase con el saludo fascista. Aquella película acabó bautizando al síndrome de la mano extraña como el de Strangelove.
De ahí provienen Strange Hands, tres jóvenes franceses de Burdeos que, a pesar del nombre, sí saben controlar sus manos. El pasado año editaron su debut en largo, ‘Dead Flowers‘. Venían prometiendo desde 2010 y este álbum confirmo su calidad: garage agresivo marcado por órganos, una psicodelia de origen agresivo, de la generación freak, como si en alguna noche atemporal hubieran coincidido 13th Floor Elevators, Ray Manzarek y Jay Reatard.
Pero pensar en referencias es complicado; su propuesta suena tan clásica como fresca, las canciones se deslizan a escalones que son teclas y acaban enfureciéndose a base de solos de distorsionada guitarra. Aparecen como una versión mejorada de los The Brian Jonestown del ‘Strung Out in Heaven‘ eliminando la lacra ególatra de Anton Newcombe.
Amparados por Shit Music for Shit People, el sello italiano que tanto está dando que hablar en el underground europeo, el trío ya ha visitado en alguna ocasión España dejando un buen sabor y demostrando que no hace falta salir de la escena de Gran Bretaña o Estados Unidos para hacer rock deslumbrante y fresco.