Hoy es una ocasión especial, no vengo a hablaros de ningún descubrimiento, ni de una banda que suena de muerte a 10.000 Km (y que a nadie le importa), ni de ningún Bandcamp olvidado. Hoy es el día que toca hacer una recomendación de verdad, obligada: Guadalupe Plata.
Cuando señalo a los hijos de Úbeda lo hago sabiendo, y admitiendo, que ellos son la mejor banda de España, sin duda. Un grupo que ha mamado de toda una esencia que parecía maltratada, viciada, y perdida: el blues hipnótico, ponzoñoso y arrastrado que sabe a tierra, sudor, y lágrimas. Guadalupe Plata lleva demostrando desde su primer Ep que ha encontrado la fórmula de hacer música desde las entrañas: directa, sin gilipolleces, y sin atributos impuestos. Pedro de Dios, Carlos Jimena y Paco Luis Martos han conseguido ser reconocidos por hacer lo que les salía de dentro, y ese es el logro más absoluto y merecido
Ellos hablan de sentimientos, desde el corazón. En sus canciones dibujan imágenes que no alcanzamos a ver, pero en las que alcanzamos a sumergirnos: acabas imaginándote el Chicago de los 50, o algún árido desierto del sur de los Estados Unidos. Situaciones tópicas que, aunque nunca hayas visto, alcanzas a sentir a través de las canciones de Guadalupe Plata.
Además, justo a principios del 2013, acaban de presentar su último largo: un nuevo homónimo que consigue devolvernos de un puñetazo a la tierra de la sangre y el polvo, a Missisipi o Granada, a la eléctrica o la española. Un disco eterno que supone la consagración de los de Úbeda y que resuelve cortes a medio camino entre los silencios de Muddy Waters y la profundidad del Cante Jondo: aquí hay sentimientos, y salen desde el fondo del pozo.
Por todo esto la recomendación de hoy lo es en palabras minúsculas, puesto que no debería serlo; así que, lo mejor que podéis hacer es escuchar esto: a Jeffrey Lee se le caerían los huevos al suelo.