¿Os acordáis cuando Dumbo se la pilló doblada? “Picos” de surrealismo semanales
Anteriormente: El Pueblo Contra La Industria Discográfica: Prólogo
“El arte es una actividad humana consciente capaz de reproducir cosas, construir formas o expresar una experiencia, si el producto de esta reproducción, construcción o expresión puede deleitar, emocionar o producir un choque”, Wladyslaw Tatarkiewicz
Cualquiera que revise históricamente la definición de arte, desde que el hombre cazaba caballos con una lanza, verá que ha sido uno de los mecanismos de expresión del ser humano, reflejando no solo el mundo interno del hombre (vivencias, emociones y sentimientos), sino también erigiéndose en un referente histórico y social de las distintas culturas. El ser humano a fin de cuentas hace tres cosas desde hace miles de años, comer, follar y arte. Aquel arte era ritualismo, religión y entretenimiento, para luego alcanzar un nivel decorativo, pero en cualquier caso siempre placentero para las entrañas humanas. Otros miles de años después, filósofos como Platón o Aristóteles fueron más allá pues profesaban que el arte tenía que revolver hasta la última célula de las tripas y cada halo del espíritu, “el arte tiene que robar el alma”.
Por eso, señores y señoras, les reúno hoy aquí de nuevo tras el comienzo la semana pasada de esta serie de capítulos en los que explicaré qué es música y qué no es música, partiendo del concepto forjado a fuego como “arte”.
Mi solitaria intención con este juicio es informar al jurado, pues ese es el principal y único objetivo de un periodista: analizar un chorrón de datos de donde se extrae la información (que es lo que vale) a través del pensamiento crítico y creativo, aquellos que te permiten abstraer y crear. Es lógico y nutritivo que algunos miembros del jurado difieran de mi opinión pues ellos mismos pueden utilizar su pensamiento crítico para extraer información de los hechos que voy a exponer. Pero precisamente lo que voy a plasmar son hechos, como introduje en el preámbulo del caso, que distorsionan el crecimiento natural de la mente y el espíritu del ser humano. Surgirán argumentos de todo tipo, pero sobre todo observaremos insultos burdos y tópicos hacia el fiscal de aquellos que inspiran y expiran analfabetismo cultural negando las evidencias; ese miembro del jurado se delata cómo es jueves tras jueves en su propio comentario decorado de espirales contradicciones.
Señoras y señores. Este capítulo del juicio no será popular, no tendrá tantos likes y tuiteos por la falta de escupitajos, vomitonas y defecaciones del fiscal, carece de nombres, es espeso y diluido. Pero habrá que sacar este alegato a la palestra una vez avance el juicio cuando algunos miembros del jurado enciendan las antorchas con la venda en los ojos, pues la implacable agresividad con la que fiscal piensa tratar el tema puede provocarlo.
Describamos y detallemos lo que es arte, y por lo tanto la música como una de esas expresiones, denunciemos lo que es marketing, y por lo tanto aquello entroncado en el aparato de las industrias culturales para contentar a las hormigas del pueblo sin inquietar una célula del espíritu y un halo del alma. Estableceremos definiciones, no estamos imputando al propio marketing en sí, él no es el acusado, sino que destaparemos todas aquellas concepciones establecidas socialmente como forma artística de expresión (música) cuando realmente son productos diseñados al milímetro en un proceso “marketiniano”.
Finalizo hoy, dando previa a la enumeración de los hechos y presentación de testigos de las próximas semanas, con una cita reciente de Santiago Auserón: «la música más tonta es lo único que parece predominar porque es la única que produce rentabilidad con el mínimo trabajo. Eso es lo que se está cargando nuestra cultura».
[…continuará]