Desde el primer momento en que se comenzó a grabar música, esta ha sido compartida; desde prestar un álbum, llevarlo a una fiesta, hacer un clásico “mixtape”, grabar un cd, hasta ahora con su majestad Internet todopoderosa y las posibilidades que brinda. Ahora bien, la globalidad e infinitas capacidades que esta ha supuesto, llaman al engaño y la tergiversación de dos términos en absoluto parecidos: compartir y robar.
Compartir es adquirir algo de tu propiedad y cederlo a otras personas para su uso. Compartir es vivir, dicen. Robar es sustraer a otra persona algo que es de su propiedad. ¿Alguien ve realmente similitudes entre ambas definiciones? Pues en la práctica tampoco. El hecho de subir un álbum a cualquier página o servidor de descarga puede ser controvertido, algo ambiguo. El que se lo baja no está claro si actúa correcta o incorrectamente y quien lo sube no tiene un interés lucrativo o de expansión comercial, si suponemos siempre que ese sujeto posee una copia de dicho álbum. Sea como sea, eso es compartir, lo cual podría ser casi una tradición cultural hacerlo. Pero el sentenciado de hoy es aquel que traiciona la confianza de la banda, el que no puede esperar a su lanzamiento; es el que filtra un álbum, y eso es robar.
No hay algo más insultante hacia un grupo que encontrar su álbum en Internet antes de que este haya salido a la venta. Es como el topo de Gary Oldman, un traidor entre las filas. Un álbum pasa por varias manos antes de ver la calle: discográficas, publicitantes, prensa, cantidades de agentes externos que, por lo que parece, no sienten el mismo respeto por la música que los artistas que depositan en ellos su confianza. El esfuerzo en mantener el secretismo y la necesidad por escucharlo se ven truncados por alguien que no tiene remordimientos en hacer algo así. No hablamos de una pérdida financiera, si no de una pérdida moral para la banda, es un robo en dicho sentido. ¿Que quizás pierdan dinero al salir meses antes? Posiblemente, pero lo más grave para un músico es que su obra, su preciada posesión le ha sido arrebatada antes de tiempo, en ese último momento en el que todavía es solamente es tuya y no está mentalmente preparado para compartirla. Adiós promoción, adiós expectación porque alguien se ha creído con derecho de tomar lo que es tuyo antes que nadie.
¿Y por qué es más grave que subirlo después de su lanzamiento? En términos de ventas puede no haber una diferencia sustancial. Es grave porque alguien responsable de su música se ha creído con un derecho que solo el músico posee; porque ahí no hay posibilidad de haber comprado el álbum, por lo que es un robo descarado; por la repercusión sobre un artista que atesora ese momento en el que su obra aun no está a la vista de todos y sobre todo porque no es tuyo como para decidir sobre él. Solo el artista es dueño de su obra.