Quienes nos dedicamos a la Música en Madrid, estamos de celebración. No es ninguna fecha señalada en el calendario, pero debería serlo a partir de ahora. Ana Botella no se presentará a las próximas elecciones municipales en 2015. Muchos sectores de la sociedad capitalina tendrán sus motivos por los que agradecer su despedida -algunos incluso la lamentarán-, pero existen 5 claves por los que la Música es feliz ahora en nuestra ciudad.
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Madrid Arena
La tragedia del Arena está cerca de cumplir su segundo aniversario y, por el momento, la responsabilidad política se ha esquivado completamente, reubicando a sus culpables lejos del ojo público, donde siguen ejerciendo libremente sus funciones. Lo único para lo que sirvió fue para darle carta blanca a la administración para comenzar su cruzada contra la Cultura.
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Festivales de música
El Primavera Club fue el primer damnificado tras la pésima gestión del panorama musical en los momentos subsiguientes al Madrid Arena. La Música a gran escala ha ido muriendo poco a poco debido al descenso de asistencia y a las trabas burocráticas a las que han tenido que enfrentarse todas las nuevas propuestas. Ahora, como las cenizas de una extinción, el suelo comienza a crear vida nueva con festivales que buscan ocupar lo que otros tuvieron que abandonaron antes; si les dejan.
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Palacio de la Música
Uno de los bastiones de la Cultura en plena capital, el Palacio de la Música es un edificio que relata la historia popular del Cine y la Música. A pesar de haber eludido durante años su privatización, Caja Madrid puso en venta la emblemática construcción de Gran Vía tras quedar su fundación sin financión para mantenerla. El Gobierno municipal, por su parte, animó a grandes empresas a comprarla. Lo que fuera un palacio para la Cultura se puede convertir en un Mango o un Primark.
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Salas de conciertos
Innumerables casos han plagado las salas de Madrid en estos años de legislatura. Desde Caracol –que ahora ha obtenido, por fin, su licencia como sala de fiestas– hasta la Rock Kitchen, el circuito de salas de música en directo no ha dejado de sufrir golpes mortales. El aforo mal calculado y regulado, denuncias que no incumben a la dirección de las salas o leyes ilógicas han bastado para echar el cierre no solo a las salas, sino a una viva, talentosa y rica cultura popular.
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Con la ZPAE por fin puesta en marcha bajo el mandato de Botella, la Música en la calle contó sus últimos días. De atracción cultural y entretenimiento para viandantes, los músicos callejeros pasaron a ser criminales detenidos por la policía. Teniendo en cuenta las mafias y descontrol de su situación, la regulación se tornaba necesaria. Su criminalización no.