Siempre escuché en casa que el rico lo es por herencia o engaño. Argumento poco liberal, cargado de sospechas y con algo de verdad. Kim Dotcom ha ido amasando una fortuna con Megaupload, MEGA y ahora lo intenta con Baboom, una mezcla entre «iTunes y Spotify». El nuevo proyecto del alemán parece una nueva propuesta que se sube al carro pero que presenta las dudas de un hombre que lo ha intentado todo para fintar las leyes de la propiedad intelectual.
Cuenta Robert Levine en su libro ‘Parásitos‘ (Ariel, 2013) que existe un complot en Sillicon Valley para acabar con toda propiedad intelectual a base de Cultura Libre y tecnología. El número vale, el pensamiento no. La idea no suena a majadería: la posibilidad de hacer dinero con el trabajo de otros es tentadora. El brasileño sueña con ser estrella del balón en Europa y Kim Dotcom con hacerse rico con los vacíos legales de la Red.
El alemán lleva afirmando desde tiempos de Megaupload que él ofrece el continente y no el contenido, que es lo que le ha hecho rico. [inlinetweet prefix=»» tweeter=»@hablatumusica» suffix=»null»]No es la idea que pueda tener Dotcom de un mundo en el que todo se comparte; es lo que hay detrás[/inlinetweet]. Kimgpin es una masa de orgullo vestida de mesianismo, es la trampa y el defraudador. El alemán se ha puesto el traje de estrella para luchar en favor del libertinaje del internauta, ha dedicado sus esfuerzos en los últimos años a refugiarse en la lucha de los derechos del que navega, como si su máxima no fuera otra que la de forrarse.

Baboom se presenta como el competidor para todas las plataformas musicales del momento con la garantía de un creador que sabe lo que es combatir la legalidad. Desde finales de los noventa lleva Dotcom entrando y saliendo de juzgados. Antiguo hacker, fraudes por tarjetas de crédito y tráfico de influencias acompañaron al alemán antes de ser conocido por la plataforma que le dio fama mundial. Es por eso que no cabe otra cosa que sospechar del modelo de Baboom. El artista sube su propia música -que no la de otros- y a cambio recibe una serie de recompensas (sin definir) por la publicidad de visitas que obtenga la aplicación. El oyente a su vez no debe pagar pero sí tendrá que soportar un plugin de publicidad en el navegador. ¿Es fiable la propuesta del germano?
Dotcom resulta un personaje gracioso. El estilo de vida ostentoso bañado en su orondo cuerpo y su simpatía retratada son viva imagen del sueño americano. Viva Kim Dotcom y el dinero. También pueden llegar a serlo el Aeropuerto de Castellón, la afición por el ski de Bárcenas, los informes deportivos de Urdangarín y hasta el confeti de las fiestas de la ministra de Sanidad. No hay duda de que Dotcom tiene algo de cargo español. De ahí y de las visitas que recibe desde aquí puede venir esa conexión por la tierra íbera.
Lo que lleva proponiendo tanto Schmitz -que así es como se le llama en el estrado- como similares genios de la Red, es que el creador de contenido no solo no pueda controlar su creación sino que él se enriquezca con ello. Para ganarse la sonrisa del usuario y abrazar la etiqueta de víctima ha elaborado un plan tan simple como efectivo: Sus derrotas son derrotas de todo usuario. Sus victorias, 20 coches de lujo y los beneficios de 135 millones de euros no los disfruta el que navega.