Mi amigo Willy Loman ha venido unos días a visitarme. Es la primera vez que viene a España, pero no la primera que sale de su país de origen, Pradolando, allá por centro-norte Europa, no termino de localizarlo, nunca fui bueno en geografía. La verdad que he tenido que trabajar bastante esta semana y no he podido estar mucho tiempo con Willy, pero ya me ha contado sus peripecias por la capital de nuestro reino, se sabe mover solo. El tipo es un genio, montó una agencia de marketing mobile en su país y está triunfando. Estos días para él han sido como un parque de atracciones, disfrute y terror, así que le pedí que me dejara traducir su diario de esta semana en España antes de que se fuera:
DÍA 1
Recién aterrizado en Madrid. No soy de los que se quejan mucho, pero no me ha gustado que nos hayan obligado a todos los pasajeros a sacar nuestra sudadera por la ventanilla para provocar el efecto freno. Tenía frío. No creo que vuelva a coger un billete de avión con esta compañía que se llama Ryanair. Era raro porque desde que he puesto los pies en tierra respiraba una atmósfera como cargada, no sé, no he querido pararme mucho a pensar porque a veces soy demasiado perceptivo. He llegado en autobús a casa de mi amigo cerca de un parque muy grande. 5 euros me ha costado. Baratillo como en Pradolando. Parece que los madrileños no lo ven tan barato. Me ha contado mi amigo que mi sueldo es como el triple del normal en España. Y el mío es el medio en Pradolando.
Ya era muy tarde, las diez y media de la noche, pero mi amigo quería echarse unas cervezas para hablar un poco de todo. Actualizándonos de la vida, me ha distraído el sonido de fondo de la televisión: ¡alguien estaba matando a Police!. O era eso o estaban degollando a una vaca mientras pastaba tan feliz en un prado de Pradolando. Mi amigo se ha disculpado reiteradamente por tener ese canal puesto (por lo visto se llama “Telecinco” pero lo llaman “Telecirco”). Resulta que es un concurso que se llama ‘La Voz’, donde van artistas españoles a asesorar a concursantes cómo cantar. Uno de esos artistas de mucho éxito tomaba notas todo el rato pero luego solo decía: “olé, olé, olé”. Lo debió escribir muchas veces y luego leerlo. Luego había otro que la verdad parecía consumir crack todo los días, por eso no he querido prejuzgar sus problemas en el habla.
Bueno, me voy a dormir. Ha sido un día largo. He escrito unos tuits antes de irme a la cama. Me sorprenden los trending topics en España. Mi amigo me contaba que todos los días hay manifestaciones de la gente por la mala situación económica y que todo se mueve por las redes sociales. Pero ahora solo veo TTs del concurso este del que escribía. No sé.
DÍA 2
Me he quedado dormido. ¡Las 9 de la mañana! Mi amigo no se ha levantado todavía a trabajar. Se me ha ocurrido comprar un periódico de tirada nacional en el quiosco, ‘La Razón’ se llamaba, sonaba bien el nombre. Aunque luego leyéndolo no comprendía porque la religión y los toros tenían secciones para ellos solos. No sé, para nosotros los lagos y las vacas son muy importantes pero no hay información suficiente a diario como para escribir tantas páginas. El caso es que leía que los productos culturales tienen ahora un 21% de impuestos. ¡¡¡Un 21% de impuestos!!! Mi asombro total y absoluto. Tampoco es cuestión de tener el 0% como nosotros, la verdad que mis gobiernos en eso sí que piensan, en los que se suicidan no, pero en cultivarnos sí, pero que te cueste un 21% más ir al cine, a un concierto, al teatro, a una performance, a una conferencia, al circo… es excesivo. Entiendo que, si la gente está pasando apuros económicos, solo los que tienen más poder adquisitivo pueden disfrutar de la cultura. No sé, suena a clasismo del siglo XVII pero quizá me precipito en mis reflexiones, no quisiera juzgar sin saber más.
Me he olvidado un poco del tema y he hecho un día de museos. Excepcionales todos, me he metido un ‘tres en uno’ en el mismo área, fabulosos los tres, no he visto nada igual en otra ciudad del mundo. Me ha contado una de las guapísimas guías del Museo Thyssen que afortunadamente no se impone un impuesto del 21% para entrar en un museo. Que menos. Volviendo a casa me he encontrado uno de los numerosos Starbucks de Madrid. Aunque hay muchos más en Londres y Nueva York. Por lo menos hay wi-fi para entrar en Internet y ha sido todo el día como buscar el arca perdida porque quería hacer check-ins en todos los sitios que he estado para ganar puntos en las estadísticas estando en un país extranjero. El caso es que me carcomía la cabeza lo del impuesto del 21% porque me parecía desmesurado y quería compararlo con otros países de la zona. Nosotros en Pradolando el 0%; Irlanda, 9%; Portugal, 13%; Italia, 10%; Francia, 2%; Rusia, 0%; Suiza, 2%; Bélgica, 6%; Suecia, 6%; Alemania, 7%; Noruega, 8%; Finlandia, 9%; Austria; 10%. ¿El doble que en el resto de países? No sé, no quiero pensarlo mucho, me ha llamado mi amigo que vuelva a casa que hemos quedado para salir. Al parecer hoy es algo que llaman ‘Juernes’.
DÍA 3
Las ocho de la mañana y una resaca apocalíptica. Increíble como me lo pasé ayer, conocimos a unas chatis, como dice mi amigo. Si algo tiene esta gente es que sabe vivir la vida, eso sí, yo no veo crisis económica en la gente por ningún lado. Me he levantado con esa horrible sensación de haber quedado en ridículo con una tía, le pegué el coñazo sobre lo que me había sorprendido el impuesto del 21% sobre la cultura y no parecía interesarle. Solo recuerdo soltarle mi rollo: “la cultura no es solo una fuente de conocimiento con la que podemos ocupar nuestro tiempo de estudio o de ocio, sino que es un pilar de la economía de mi país, un reclamo turístico que genera ingresos y actividad económica, que nos permite aprender y conocer, pero también enseñar y dar a conocer a otros mi país y nuestra visión de las cosas”. Yo me parecí muy interesante contándolo pero yo creo que ella solo quería que la lanzara un “bocao”, como dicen aquí.
Me ha llamado mi amigo desde el trabajo y me ha dicho que descanse todo el día que esta noche tenemos “botellón”. Tiene muy buena pinta, parece ser que es como tomarte una copa al aire libre con mucha gente tranquilamente. Así que me he ido al parque grande de al lado de su casa a reposar, muy bonito y relajante, no tenemos un parque así en Pradolando.
Estoy de madrugada entre el día 3 y 4. Eso del “botellón” no me ha gustado tanto. Estábamos a la salida de un festival de la MTV bebiendo nuestras copas. Mi amigo me ha dicho que no íbamos a entrar a escuchar los conciertos, que el plan era quedarse “haciendo botellón”. Había mucha gente joven, la verdad que yo me siento un poco maduro, cada día más con 23 años, pero percibía en la atmósfera muchísimos menores de edad a los que no se le está permitido beber en mi país. Entonces estaban actuando unos djs, un tipo blanco y otro negro que daba la sensación que solo sabían pulsar las teclas de reward, play y forward, cuando de repente algunos chavales que estaban esperando en la cola para entrar en el concierto empezaron a lanzar botellas a los pocos policías que había en la zona.
Estoy con un pedo filosófico de esos mirando al techo y me ha hecho pensar: ¿qué motivación tienen estos chavales para atacar a las autoridades policiales? Y les he comprendido completamente, que no justificado. Resulta que la MTV en España se ha convertido en un canal de televisión banalidades donde ofrecen reality shows como, por poner un ejemplo, la convivencia de un matrimonio entre un homosexual superficial y una vieja estrella cocainómana de los ochenta, o un ‘Gran Hermano’ en una ciudad costera súper súper fea entre chicos que no saben hablar y chicas que no saben hablar. MTV Pradolando también es un poco así, pero menos, por eso mi gobierno ha intentando persuadir a la cadena de evitar cierto contenido porque coincide que la clase social con menos recursos para educarse es la que más lo ve y la que más se suicida.
Claro, les entiendo a los chavales. Llevan años educándose con esos programas. Los impuestos les limitan el acceso a productos educacionales, como la cultura, y la televisión es gratis. ¿Qué les queda? Basarse en lo que realmente aprenden. En fin, vaya cogorza filosófica, así no pillo con ninguna española al paso que voy.
DÍA 5
No me voy de España sin echar un polvo. Tanto mito que tenemos allí creado en Pradolando y tendré que contar a mis amigos en alguna partida de póquer que he triunfado aquí. Mi amigo siempre dice que las tías de Pradolando son un espectáculo, rubias, ojos claros, visten bien; no le entiendo muy bien cuando viene a verme y dice que salgamos en vez de quedarnos a echar una buena partida de póquer. Sin embargo, en España, las chicas tienen la piel morena, sonríen todas, me encantan.
Hoy nos hemos ido por el barrio de La Latina. Excelente… solecito, terraza, comer bien, unos vinos, el puro síntoma de vivir bien. Mi amigo ha invitado a unas amigas y me he enamorado de una de ellas a primera vista. Me ha pasado eso de estar en el lugar idóneo en el momento adecuado para conocer a una tía tan pelmazo como yo. Con la chica, que se llamaba Teresa, he congeniado a la primera porque, claro, le he contado todo lo que había hecho los cuatro días anteriores y ha salido toda mi personalidad analizadora (¡Que coño! ¡A eso me dedico! ¡A analizar gente!). Me contaba que el sistema del impuesto del 21% sobre la cultura se basa en diferenciar entre cultura y entretenimiento: el cine, el teatro, la danza, la ópera, la música, etc… es entretenimiento, como si fuera leer la “Playboy”, mientras que cultura queda reducido sólo a los libros y los museos. Y le dije yo con toda mi alegría: “vamos, que todos esas artes están a la misma altura que hacerse una paja, para mí es entretenimiento hacerme una paja”. No soy un tipo gracioso pero aquello le hizo reír bastante y no solo continuó su sensato discurso sino que en ese momento debí ponerle cachonda porque unas horas después mojé.
Y mojé por decir algo tan lógico como “vámonos a casa”. Mi amigo me decía de ir a algún bar pero lo que observaba alrededor y asaltaba mi mente era: “¿por qué gastarme un poco menos de 10 euros en una copa si era lo mismo que me iba a costar al día siguiente en consumir un producto cultural? ¡Buah! Vaya mierdas se cruzan por mi cabeza con alcohol en vena.
Creo que he soñado que mientras estaba con Teresa en la cama me dictó el artículo 44.1 de la Constitución Española: “Los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derechos”. Pero no lo soñé. Me lo contó en el desayuno.
Me queda un día para volver a Pradolando y el viaje a España se está convirtiendo en una montaña rusa de diversión y terror donde mi cuerpo disfruta pero mi espíritu se inquieta por la contaminación que está recibiendo y que le invita a averiguar el “por qué”. Para mí, el concepto de cultura es tan simple… si no lo hubiera sería todo como una selva negra de destrucción. Promover que la cultura sea prohibitiva para consumir a toda la población es una medida de desprecio al desarrollo personal como seres humanos y la cohesión social. Es un alimento de la educación, que esta a su vez es un alimento del alma. Estoy en medio de esos días pos-resacas depresivos, echo de menos mi país y al mismo tiempo siento la rabia de que a estos amigos míos les traten así. Ya que en los libros no sube el impuesto del 21% deberían regalarle a todos los gobernantes de este país un libro titulado “Gobernar Un País: Edición Para Tontos”.
Hoy, que he podido compartir el día completo con mi amigo, lo he entendido todo un poco más. Quizás estaba juzgando demasiado como extranjero y no debía, solo eran pequeñas conclusiones en realidad. Pero después de una explicación detallada de quienes son los representantes en el poder de los españoles he entendido porque todo lo que he vivido y reflexionado estos seis días es como es. Y he sentido una rabia impotente. Resulta que el presidente del gobierno actual perdió dos elecciones generales y estuvo siete años y medio en la oposición sin saber provocar el fin de, según dice mi amigo, el que fue peor gobierno de la historia de España. Resulta que el nuevo Ministro de Cultura es un señor que pertenece a una secta que el propio gobierno financia por ser de religión católica. Resulta que ese ministro no sabe lo que es el impuesto del 21% del IVA. Resulta que la radiotelevisión pública nacional ha sido purgada de ideologías contrarias al actual gobierno, incluso cuando algunos de sus periodistas tenían programas de reconocido éxito periodístico y de audiencia. Resulta que algunos de los nuevos miembros de la radiotelevisión pública nacional son un señor que promociona su gazpacho, los chistes homófobos y sus canciones de los ochenta, y una señora que gestionará el área de cultura de un programa cuando ha quedado demostrado que ni siquiera sabe leer y solo sabe decir “a la parrilla sabe mejor”. Resulta que a la cultura en este país no se la ve como “una cosa de alimentación educacional del ser humano” sino como “una cosa de rojos” (en Pradolando eso de “rojo” solo lo hemos oído en las películas americanas”). Resulta que ese propio Ministro de Cultura tiene miedo a convocar los Premios Nacionales de Cultura de este año (a estas fechas) porque los premiados son “rojos”.
Había sentido otra tristeza antes, la de esa gente que se le apaga la vida sin la luz del sol, la poca actividad social… y decide suicidarse. Pero esta tristeza es diferente, es una tristeza muy muy negra.
Mañana me marcho ya a Pradolando.
DÍA 7
Antes de coger el autobús al aeropuerto, me he dado una vuelta por la zona de los museos que me ha dejado enamorado. Sin comerlo ni beberlo, me he quedado atrapado en una manifestación. Le he preguntado a una chica y me ha dicho que están allí para pedir la dimisión de todos los políticos de la cámara de representantes española, lo cual, me parece totalmente lógico después de todo lo que he visto esta semana. En Pradolando, si llegara a pasar esta situación, con solo una manifestación multitudinaria habríamos conseguido la dimisión de toda esa gente.
Me he intentado ir de la manifestación porque la gente estaba empujando y empezando a correr. De repente he visto muchos policías antidisturbios dando porrazos repetidamente a una chica que solo corría. Estaba sangrando. Y luego había otros policías disparando escopetas, supongo que eran pelotas de goma muy blanditas. En Pradolando están prohibidas. Yo no entiendo por qué, no entiendo muy bien por qué la policía ataca a la gente si están reclamando algo tan lógico. Me ha dejado un poco aterrorizado terminar así el viaje, pero me lo he pasado muy bien, España tiene muy buena gente y ambiente pero no les dejan vivir, especialmente a los jóvenes.
Me vuelvo a Pradolando, que aunque a veces tenga ganas de suicidarme, por lo menos el entierro me sale casi gratis.