Que en este país no sale de la pobreza quien no comulga con el arribismo no lo sabe nadie mejor que el fracasado que por íntegro ha visto triunfar al tramposo, rico alzando la pulsera rojigualda mientras posa el ojo en la cruz griega de la bandera suiza. Extraño mundo el de los nacionalistas.
En el país del fraude ya nada queda en sorpresa; ni la SGAE ni la Caja Madrid que luego fue Bankia del Blesa y Aída. La mentira es la institución más pulcra en España. Pronto vendrá un señor atado a una corbata para decirnos que el euro del bolsillo es de plástico duro.
Toca enterarse ahora que ya ni los Discos de Oro lo son; se han dejado las mayúsculas con la vergüenza. Promusicae, la empresa que tenía el orgullo y la cuenta corriente de otorgar el oro y hasta el platino, se ha visto envuelta en una filtración que ha destapado su juego de cartas: transformar el dos de picas en as. La asociación encargada de hacer cuenta de los álbumes vendidos en España y de organizar la lista oficial de los más vendidos vende al mejor postor el color del disco. Un negocio redondo que nos demuestra hasta qué punto está prostituido el mercado de la música española.
Para ganar el de oro chapado, hacía -hace- falta vender 20.000 copias que antes fueron 50.000, 100.00 si el disco era de platino. La realidad es que pocas cifras importan si lo paga la multinacional. Resulta que el negocio estaba en venderle el marco con el cedé al sello internacional para colgarle el trofeo al cantante de tele de turno y que, con la medalla encima, vendiera más álbumes. En definitiva engañar al usuario que se fía del título más que del juego. El ejemplo perfecto está en Antonio Orozco, cantante y cante para el caso: disco de platino con poco más de 16.000 copias. 24.000 álbumes menos. Lady Gaga obtuvo su oro en España con 12.000. Llámelo triunfo.
Promusicae no acepta la pillada y prefiere picar el anzuelo publicado por lareputada.com. El Caso Lewinsky de la música. La entidad dice ahora que los premios no se recogen por álbumes vendidos sino por los puestos en venta. Si a usted le apetece colgar el disco de oro como quien cuelga el retrato de la comunión, la orla o el Santiago Bernabeu desmontable que regalan con el periódico no necesita otra cosa que un ordenador, una grabadora y 20.000 cedés para convertirse en el nuevo Antonio Orozco, Manu Carrasco o el nuevo Lady Gaga. Ya no necesita ni la estridencia del vestido de filete.