Hola, ¿a qué te dedicas? Posibles respuestas:
– Soy It Girl y DJ; Diseñador y Dj; Cantante y DJ, Concursante de QQCCMH y
DJ; Soy famoso y DJ, Soy Ni-Ni y DJ».
Definitivamente ser DJ está de moda y si eres moderno tu obligación es haber pasado por la cabina, ya no de cualquier bareto malasañero, si no del club de moda de la ciudad.
En tiempos nostálgicos para muchos, los jóvenes solíamos escoger dónde salir a mover el esqueleto según la música que pinchaban los DJ’s que semana tras semana se lo curraban para fidelizar a su público. Veíamos cómo nuestros queridos DJ’s iban escalando de pequeños bares a grandes clubs y nosotros nos alegrábamos por sus éxitos y les acompañábamos por el camino (del Tupperware al Ocho y Medio, del Fantástico al Razzmatazz…).
Ahora en cambio la moda es otra, la gente joven sale a bailar y a ver qué famoso está «pinchando» para poder hacerse la foto de rigor y subirla a Instagram. Da igual si los bpm de las canciones encajan, si la música (bajada de internet) suena bien o si de repente la discoteca se queda en un horrible silencio, dejando escuchar las conversaciones de la gente.
¿Qué ha pasado con la profesión del DJ? Gran parte de culpa la tienen los clubs, que por su afán recaudatorio, se decantan por programar a una cara popular que llene la sala en lugar de apostar por currantes de la profesión que promueven la culturización musical popular.
Que todo el mundo se atreva a adentrarse en el mundo del DJ no es un problema, al fin y al cabo ésta siempre ha sido una profesión bastante accesible y la mayoría de los grandes no tenían ni idea cuando empezaron. Un claro ejemplo es Sideral, mítico personaje y DJ de la noche barcelonesa del que, por cierto, acaba de publicar una biografía bastante interesante. En ésta cuentan que cuando empezó no tenía ni idea de qué era eso de mezclar, pero su carisma y esfuerzo por aprender de los mejores hicieron de él todo un referente.
El problema es que como vivimos en la sociedad del «aquí todo vale», a muchos promotores les da igual la calidad de estos NeoDJ’s, consiguiendo que las nuevas generaciones de gente moderna no sepan lo que es eso de bailar en un club de música divertida pero bien pinchada y se queden en la superficialidad de ver a un famoso haciendo lo que buenamente puede. Los que sí que hemos vivido lo anterior nos negamos a pagar 10€ por una copa en un club en el que la música suena como el culo y optamos por quedarnos en los bares, llegando a la conclusión de que «amigos, el club está muriendo».