Una sala de cine cualquiera a la salida de la oscarizada película El discurso del Rey. La mayoría de los espectadores salen asombrados con el papel de Colin Firth. Sin embargo, no tienen ni idea. Han visto la mitad del trabajo del actor inglés porque la película estaba doblada. Apenas han podido apreciar la magnitud del esfuerzo que Firth ha tenido que invertir para meterse en el papel de este monarca tartamudo.
La versión original está en peligro de extinción. Según datos recogidos por El País, de las 40.000 salas de cine que hay en España sólo 80 ofrecen exclusivamente películas en el idioma en el que fueron rodadas, es decir, un escaso 0.2%. ¿De quién es el problema? ¿De la industria? ¿Del público? ¿De la crisis del cine? Tenemos la crisis del cine hasta en la sopa. Basta por un rato.
Lo preocupante es cómo muchos espectadores tienen la sensación de que el cine en versión original es para el único consumo de críticos retrógrados. No les culpo, la media de edad en las salas que ofrecen versión original subtitulada es de 45 años.
Sin embargo, ver cine en su idioma original debería ser la única forma de verlo. Los matices de la voz son tan importantes como los gestos o la mirada. Los balbuceos, los sonidos nasales o simplemente un llanto. Cada detalle cuidado por el actor desaparece cuando se dobla.
Entiendo que cueste deshacerse de voces castellanizadas tan míticas como la de Bruce Willis, Clint Eastwood o la inolvidable y mil veces imitada voz de Robert De Niro, sencillamente no son las suyas. ¿A nadie le parece ridículo que un gánster italoamericano extorsione en castellano? Oír a Marcello Mastroianni hablar en español es una de las cosas más aborrecibles que he presenciado.
Mucha gente se burla de como en los canales autonómicos se doblan a las estrellas de Hollywood. Imaginad, por ejemplo, a Sylvester Stallone hablando en gallego. La sensación es parecida a ver el filme El Hundimiento doblada. Hitler hablando con acento madrileño. Absurdo.
Aparte de la escasez de salas que ofrezcan cine en versión original, el único motivo para no ver las películas en el idioma en el que nacieron es la pereza de leer los subtítulos. No hay más excusas.
Pedro Moral