EL ELEFANTE ESTÁ BORRACHO | por Dani García
¿Os acordáis cuando Dumbo se la pilló doblada? “Picos” de surrealismo semanales
Somerset, Inglaterra, sábado 28 de Junio de 1997. Radiohead recogió el cielo sobre sí mismo poniéndolo a nivel humano para explosionarlo en millones de partículas después de una hora y media de fenómeno celeste pagano. El día del mejor concierto de todos los tiempos. Ya os he puesto el titular en bandeja de plata como ponían la farlopa en el gobierno balear, no os quejéis, vuestra búsqueda a escopetazos ha terminado.
Hay que partir de la base de mi dogma subjetivista, relativista, escepticista y demás blablablás filosóficos, minipunto. Que tenía 12 años y aquel día estaba probablemente más preocupado porque acababan de cerrar mi colegio mientras veía crecerme el pelo de las pelotas, minipunto. Que es imposible afirmar que sé cual es el mejor concierto de la historia desde el sillón de mi cuarto viendo un Youtube, minipunto. Pero, leer la NME desde temprana edad, ¡mierda! eso no es minipunto, pero, leer la crónica de la actuación diccionario Oxford en mano es un frikada pero es minipunto. hacerse pajas con Oasis es minipunto, que la primera de todas las descargas ilegales de mi vida, y fue via Napster (por cierto, ¿alguien sabe que ha sido de José Luis Napster?) fuera este concierto también es minipunto. Y sobre todo es minipunto que no me puedo atrever a calificar como “el mejor concierto de la historia” algo que ni siquiera viví por nacimiento. ¿The Who, Led Zeppelin, Rolling Stones? Sí, mucho furor, pero cada uno mama de la leche que le dan, yo mamé Radiohead. Unas líneas muy bonitas, sí (para el que tenga la facultad del alfabetismo) pero el acontecimiento paranormal fue el siguiente:
En 1997 volvía ‘Glasto’ tras un año en barbecho. El festival ya era un espectáculo que paraba la Isla, no solo por los 30 años de existencia sino porque había rozado el desquicio a principios de los noventa con invasiones de tribus urbanas, una masificación contaminante y la venta de alma libre a las marcas y la televisión. Los días previos había llovido como suele ocurrir en Inglaterra, como la cadena de váter de pub británico que se estropea y no deja de gotear, por lo que se planteó un cenagal muy apetecible para los asistentes. El drama estaba servido.
Y es que es hay algo de Glastonbury que lo hace una mierda muy británica que nosotros no entendemos, es esa puta cultura de festival que todavía no tenemos implantada genéticamente. Que 95.000 enfermos (menos los que cogieron el petate con el barrizal y se perdieron varios conciertazos) se revuelquen en el fango es muy británico, a fin de cuentas eso lo que son los guiris históricamente, unos cerdos, pero también son los únicos cerdos que saben disfrutar la música de verdad. De hecho, los ingleses son los primeros que aprendieron a saborear la música sin drogas de por medio; las drogas americanas que acentuaban los sentidos no cuentan, aunque los pros y contra de consumir drogas para escuchar música lo dejamos para otro capítulo. Con este escenario épico, lluvia gris, barro que habrá todavía en el ojete de algún asistente a día de hoy, es decir, un día muy Radiohead, Thom Yorke y compañía saltaron al “Escenario Pirámide” del recinto, que no era precisamente el principal, con la carta de presentación de OK Computer. Porque un concierto se graba a fuego en la retina no solo por su contenido sino también por su envoltorio, y los acontecimientos previos han aupado, tanto mediáticamente como materialmente, el concierto de Radiohead en Glastonbury ’97 como uno de los mejores de todos los tiempos.
Comenzaba Lucky a acariciar los elementos celestes con suavidad pero pronto aparecían esos apegos guitarreros grungeros. Era una llamada a gritos y de corazón al espíritu infiel del altísimo. Hay cierto aroma nirvanesco en el rasgueo de esta canción con la cercanía del movimiento unos años atrás ya que dejaron su faceta más chirriante (siempre mantuve que Yorke era un grungista europeo prematuro) para los primeros años como demostró My Iron Lung; un título que recuerda la siempre concordancia de personalidad que ha dado Yorke entre el sentimiento y la denominación de una pieza, que en teoría debe ser el objetivo primario de toda música (me pregunto que expresa Oh la de The Kooks, por poner un ejemplo), pero si nos ponemos a hablar de lo que es música o no ya volvemos a la semana pasada. La materia celestial hacía caso a la imploración guitarrera y el timbre sosegado que jamás se sale de la línea del vocalista empezaba a arropar al cielo hasta atraparlo con la explosión de Paranoid Android, Karma Police y Creep pasada la media hora.
Con el trío de canciones estrella (por entonces) de los británicos “poco se podía disfrutar más del concierto”, pudieron pensar algunos. Pero Radiohead ya había traído el cielo a esos cerdos embarrados jodidos grandes festivaleros, ahora tocaba disfrutarlo, mimarlo, acariciarlo, tocarlo, bailar como los paganos paleolíticos en Stonehenge en la drogada búsqueda del cosmos. La gloria flotando sobre las cabezas de Glastonbury con el apocalíptico soniquete de Yorke en Paranoid Android canalizado en la oración hereje de Karma Police, expandiendo las palabras dogmáticas de Creep recogidas desde el altísimo que estaban de permiso por unos minutos para tener una experiencia humana. Una ceremonia de despliegue sonoro perverso, hedor de liberación espiritual para dejar ascender al espíritu a su ecosistema celestial tras disfrutar de una experiencia terrestre.
No había barro, no había lluvia, del elemento corpóreo ya se habían desecho los asistentes, el espíritu más infiel había acudido a la llamada terrestre desde el cielo para bajar a liberar unas cuantas almas que nadaban en el aire de Somerset danzando al son festivo y pacífico unas con otras de la mano. Saboreaban el momento místico sabiendo que el espíritu más infiel canalizaría su energía verticalmente camino de vuelta a lo altísimo con la ejecución de No Surprises y Bones, era un adiós emotivo. En Fake Plastic Trees los halos de las últimas partículas astrales desaparecían hasta completar la metamorfosis de la resurrección en The Tourist, celebrando con High and Dry y Street Spirit la experiencia del contacto suprahumano vivida.
Pero tantas palabras sobran, es más enriquecedor saborearlo.
¿Cual es el mejor concierto que habéis visto?
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Ese lo miraré ahora en Youtube. Ese mismo año en Octubre vi el concierto en Bruselas y fue espectacular. Quizás el mejor concierto al que pude asistir.