Que una película sea correcta debería ser bueno. Pero cuando está basada en la tormentosa juventud de un mito no es suficiente. La película se llama Nowhere Boy y el protagonista es John Lennon. Sam Taylor Wood realiza un retrato austero y muy formal del adolescente que más tarde formaría el que para muchos es el mejor grupo de la historia: The Beatles.
El material que maneja Taylor Wood tiene un potencial dramático muy tentador. Un adolescente criado por su recta tía, rebelde, soberbio, que comienza a despertar a la vida, al sexo y al Rock and roll. El comienzo de una relación con una madre que siempre ha estado ausente.
El problema es que el protagonista es John Lennon, un ser complejo e irrepetible, el compositor de canciones como Lucy in the sky with diamonds, Across the universe o Imagine. La película no es ni la mitad de perturbadora, trágica y emocional de lo que debería ser. No está a la altura del mito.
Sin embargo, hay dos cosas por las que merece la pena acercarse a las salas para verla. *Uno*. La banda sonora. Los comienzos del rock and roll, Elvis, Gene Vincent o Jay Hawkins conforman una serie de temas que podrían haber sido perfectamente los que Lennon escuchara con 15 años. *Dos*. La actuación de Aaron Johnson es perfecta, ese adolecente freak que en Kick-Ass se
convertía en superhéroe tiene el alma de John Lennon a pesar de no parecerse en nada físicamente.
Sigue estando pendiente una gran película sobre The Beatles.
Pedro Moral