A dos tipos belgas, Aubier y Patar, se les ocurrió hace tiempo crear una serie de animación con stop motion donde la caprichosa fantasía de los niños corriera a raudales por cada fotograma. Los capítulos duran cinco minutos, tiempo suficiente para relatar las surrealistas aventuras de un indio, un vaquero y un caballo en una casa de campo sin que los espectadores pierdan la cordura. En 2009 tuvieron el valor de hacer una película basada en sus personajes, y lo hicieron tan bien que Panique au Village fue la mejor película de animación en Sitges y estuvo nominada a la Palma de Oro. Tres años después llega a España, pero no estoy seguro de que los niños de este país estén preparados para tal chute de originalidad.
Cuando Nacho Vigalondo vió esta película por primera vez la definió como “cocaína para niños”. El director de Los cronocrímenes se refería al ritmo endiablado de este filme donde a sus personajes no paran de ocurrirles inverosímiles desgracias. Los directores han puesto el stop motion más acelerado de la historia al servicio de un argumento tan abstracto como divertido. Tres juguetes: un indio, un vaquero y un caballo –éste último, el más maduro y responsable de los tres- viven juntos en una casa de campo. A los dos primeros se les olvida el cumpleaños del cuadrúpedo y deciden construirle una barbacoa. Este es el punto de partida de una historia donde hay yeguas que tocan el piano, viajes por el centro de la tierra, científicos en el polo norte, unos misteriosos seres acuáticos que viven en una charca de profundidades inconmensurables y todo contado con un sentido del humor infantil salvajemente inspirado por quién sabe qué sustancia.
Lo que hace que esta película destaque dentro de su género es su irreverencia y la pensada ignorancia hacia las reglas cinematográficas comunes. El guionista bien podría haber sido un niño. ¿Os acordáis de vuestra infancia, cuando mezclabais juguetes de todo tipo (animales con personas, juguetes minúsculos con enormes figuras de acción) y los sometíais a diálogos incoherentes y a exagerados dramas? Pues así es esta película. Menos noña que Toy Story y tan flipante como Fear and Loathing in Las Vegas.