Miranda July no es una mujer guapa pero tampoco es fea, es decir, está en el límite de la belleza. Clasificarla en un lado o en otro depende del impacto que cause su carácter. O eso dice ella. Bueno, más bien sale de la boca del personaje que July interpreta en su último filme, The Future.
Guapa o fea, su talento habla por sí sólo. July es cineasta, actriz, artista y escritora. Entre sus trabajos hay performances presentados en el MOMA, su primera película, Me and You and Everyone We Know, que fue premiada en Cannes y diversas historias cortas publicadas en revistas como The Paris Review y The New Yorker. Un símbolo indie que abarca todo un abanico de formas artísticas. Con The Future esta modernísima creadora busca desesperadamente su propio modo de expresarse. Su estilo es incluir todo tipo de adornos surrealistas y diálogos ágiles (y lunáticos) en una tragicomedia romántica sobre el miedo a estancarse.
Al principio las licencias que se toma July para narrar su historia son divertidas, pero a medida que avanza el metraje toda esa frescura se va diluyendo y acaba siendo nada. Una portentosa metáfora con la que la autora disecciona esos terribles momentos de nuestra existencia donde todo cambia a peor es el punto más fuerte del filme. El tiempo se detiene, la luna te aconseja y tú no quieres que el reloj siga avanzando, te quedarías así eternamente. Imposible mantener el ritmo después de una secuencia tan intensa. A partir de ese momento July no sabe qué hacer y la película se desmorona.
La pareja protagonista Jason y Sophie, están interpretados por la propia Miranda July y Hamish Linklater. Ambos lo dan todo para encarnar con enorme sosería unos personajes pretenciosamente graciosos que deciden adoptar un gato enfermizo, Paw Paw. El cuidado del gato les ocupará constantemente, por lo tanto el mes que tardan en dárselo se convierte en sus últimos treinta días de libertad. El gato no es solo la escusa, July lo dota de voz y mientras el drama se sucede entre Jason y Sophie, Paw Paw reflexiona sobre la vida y la muerte, el amor y la dependencia que este nos provoca, el cariño, la esperanza, el perdón… todo esto mientras espera a que le recojan dentro de su jaula.
Escenas como los monólogos de Paw Paw o los excéntricos arrebatos de Sophie, obsesionada con triunfar colgando un baile en youtube, resultan originales y muy divertidas durante los primeros minutos. Después todo se vuelve tedioso y al final no importa mucho lo que pueda suceder con los personajes.
The Future habla de cosas muy profundas y complejas. La dualidad de sus personajes les sumerge en búsquedas inesperadas. Todo relatado con surrealismo y con una gracia impostada. La intención es buena, pero no cala. No tanto al menos como una de las mejores películas indies de 2010, BlueValentine. Un drama romántico sin comicidad pero tan amargo y sincero que turba inevitablemente al espectador.
Tener una visión propia del mundo es importante, pero tener algo que contar es todavía más importante.