Una primera secuencia de acción rodada con sobriedad y una rápida pero detallada presentación de los personajes pueden hacer creer al espectador que está ante un thriller seco en originalidad. The Man From Nowhere podría cumplir como esa típica película de consumo rápido, con malos, buenos y con un protagonista misterioso al que es fácil de acompañar. Afortunadamente esta sensación sólo dura un rato, cuando la trama se destapa la película de Jeong-Beom se convierte en un exagerado folletín donde la máxima violencia baila con el melodrama más exacerbado.
La razón por la que esta típica historieta de mafiosos y prostitutas, crímenes y drogas, inocentes y malvados ha sido la más taquillera en Corea en el último año es el mismo motivo por el que merece la pena encerrarse en ese lugar oscuro y carísimo que llamamos cine. Los extremos narrativos de Jeong-Beom son pura diversión. Es un producto falso, grandilocuente, y terriblemente manipulador pero está tan bien hecho que cruza la línea de esas películas de culto, esas obras que uno es incapaz de no recomendar.
Los personajes de este filme podrían sobrevivir perfectamente en un manga. Cha Tae-sik, el protagonista, es ese tipo misterioso de pasado incierto (la escena en la que se rebela roza la más absoluta brutalidad), ese joven con unas cualidades físicas privilegiadas pero con una mirada impasible. A priori nada le hace sombra, pero las cosas se complican y puede que al final parezca incluso humano, es ese tipo de personaje excéntrico que abunda en las viñetas japonesas. Ese L de pelo negro (personaje del famoso comic Death Note) más humano de lo que parece tras ese flequillo que le tapa un ojo, un peinado muy de moda en las bandas de pop orientales. Bin Won hace un trabajo concienzudo como el atractivo y joven héroe, su mirada atormentada está lejos de caer en el olvido.
Una niña pequeña, su única salida al mundo exterior, es el motivo de su cruzada. El viaje de crímenes y violencia le llevará a enfrentarse a verdaderos guerreros, algunos de ellos con atributos bufonescos, otros tan mezquinos como el típico ser humano que mira hacia otro lado y otros con un fuerte código de honor similar al de los samuráis. Cada uno de los personajes que aparecen en la película son pequeñas perlas de Jeong-Beom.
Los tonos azules que consigue el señor Tae-yoon Lee consiguen un envoltorio frío y atractivo para una película sumamente incendiaria. La pelea de cuchillos que Jeong-Beom se saca de la manga es una maravillosa muestra de la más sangrienta exposición de la violencia que haría aplaudir a Quentin Tarantino.
The Man From Nowhere no es ese thriller sobrio y tenaz que hará las delicias de los críticos mayores de 60 años, el filme de Jeon-Beom es más bien un divertimento sangriento con conseguidas coreografías y una acción rodada deliciosamente que gustará sobre todo al público que echa de menos esas películas orientales, violentas y edulcoradas donde los personajes no volaban. Sí, me estoy refiriendo a esos experimentos cinematográficos titulados Tigre y Dragón o La casa de las dagas voladoras.
★★★☆☆
por Pedro Moral