Vivimos en un mundo en el que toda inocencia ha desaparecido, donde la sorpresa se ha convertido en leyenda y todo se conoce al instante. Menos sorprendente aún es en el mundo de la música. Se habla de grandes discos antes de grabarse, de nombres de bandas que marcaran el futuro sin publicar ni un solo largo donde sus carreras arderán antes de echar a andar. En pleno siglo XXI nos hemos encontrado con Sixto Rodriguez, el hombre de la historia que ya no sucede.
Ya habló Pedro Moral en este mismo sitio de la historia del de Detroit. Uno de esos nombres anónimos que no vendió más de 6 álbumes, un artista que tuvo que dejar de serlo comido por su propio fracaso. La vida de un músico con la magia suficiente como para seguir la estela de los grandes de los setenta pero que, tal vez por un destino caprichoso, tal vez por un nombre alejado de los cánones norteamericanos, no consiguió calar en una sociedad dispuesta a crecer bajo la música. Su éxito no estaba hecho para EE.UU.
Fue Sudáfrica el país que le hizo grande bajo unas letras que actuaron como personaje secundario del hundimiento del Apartheid y ha sido ‘Searching for Sugar Man’ la película que ha conseguido resucitar dos álbumes destinados al abismo. Habrá mil nombres que la historia no nos cuente. Apellidos que el anonimato, la mala suerte o los arrebatos nos oculten para siempre y nos aparten de su música, canciones de primer nivel, antítesis de productos de mercado vacíos de contenidos y hechos para el olvido.
El cine tiene la oportunidad de reivindicar lo que la música tiene complicado hacer. Un templario dispuesto a vengar la oportunidad que esta dejó pasar. Y tienen los premios la importancia que el ganador le da más que la que los medios le otorgan. Tal vez este Oscar que acaba de ganar, además de premiar con la calidad merecida de la cinta, haya dado a conocer al gran público la historia de un héroe de casta obrera que una vez creó crudas canciones sobre prostitutas, puertos oscuros y camellos que de otro modo todos hubiésemos perdido en un mundo en el que creemos que nada se escapa de nuestras manos. Pocos sabremos si a Rodriguez le importará este reconocimiento, si la austera vida que se nos mostró en el documental cambiará con toda esta justicia poética. Lo que todo esto nos ha traído han sido canciones. Grandes cortes para el recuerdo. Nick Cave dice que las malas canciones desaparecen y las buenas siempre se quedan. Esperemos que las de Rodriguez no vuelvan a perderse.