Para el futuro solo somos mitología, para nosotros ellos no son más que anhelos, invenciones y conjeturas. De la hipótesis se intoxica la verdad, o al menos la supuesta verdad, la cual no posibilita manera alguna de demostración o prueba fehaciente. Es incierto y misterioso, es una lucha constante por asegurar un momento que ni siquiera es seguro que suceda; quizás en 100 años la obra cobre vida y su entretenida ficción termine resquebrajando aquellos anhelos, usurpe nuestra libertad e imponga el misticismo como única certeza. La música es su enemigo y del soñado compromiso exigido nació 2112 (1976), la única culpable de esta verborrea paranoica que, tras su extravagante relato teatral, se sostiene como un manifiesto repleto de valores y verdades universales.
A través de la hiperbólica narración del héroe sin nombre de su historia, Rush ejemplifica la amputación de la libertad personal, exalta el individualismo irremediablemente autobiográfico, sirve a su vez de desahogo a la fuerte presión a la que se veían sometidos antes de sacar su mundialmente reconocido álbum. Al iniciar su giro definitivo hacia el progressive rock sus ventas no alcanzaron las cotas que su discográfica, Mercury Records, consideraba adecuadas; los cortes conceptuales de 15 minutos no suelen recibirse con los brazos abiertos en las emisoras de radio. Tras el debido toque de atención, la banda tuvo la oportunidad de sacar el que podría haber sido su último álbum, con la condición de que fuera más comercial. Y grabaron 2112…
Esta historia no es alegre ni es optimista. La población no conoce tan siquiera el término “yo”, perdida su conciencia en la amalgama común. Una Overtura que establece un panorama poco prometedor para un héroe predestinado al exilio y a sucumbir ante poderes mayores que él, The Temples of Syrinx. En una olvidada cueva alejada de la civilización encuentra un extraño objeto, un instrumento de eras pasadas viejo y maltrecho, pero que devuelve la esperanza e infunde al héroe de una pasión extraviada en algún lugar del camino que le conduce a Discovery. Aquí descubrirá un conocimiento perdido por la humanidad que le mueve a seguir explorando.
La emoción es un sentimiento difícil de contener y es esta la que le hace acudir al templo en Presentation para mostrar aquella gloriosa herencia que había descubierto, la cual solo causa ira y desprecio en la orden regente. Despojado de toda esperanza, sólo le queda soñar. Durante Oracle: The Dream, sueña con el mundo antes de las calamidades de su época, lo que le lleva a su último camino, en el que acabaría con su vida en Soliloquy. La batalla de Grand Finale marca la conclusión de una épica historia de rebelión, libertad y convicción, cubierta por una ambigüedad que solo la música puede lograr explicar.
La ejecución técnica es excepcional y no podré añadir nada a lo que ya se ha comentado miles de veces sobre esta banda; una base rítmica precisa y sublime que no conoce el error y sobre la que se asientan una guitarra y una voz que recorren escalas inconcebibles con total libertad. Por lo que con lo que me voy a quedar es la asombrosa y destacable capacidad narrativa de la propia música. Las variaciones entre las humildes interpretaciones vocales del héroe de Geddy Lee frente a su fiera actuación como el totalitario régimen, la esperanzadora sensación de las suaves composiciones de guitarra junto a la desenfrenada rabia que el conjunto desempeña mostrando aquella sociedad y la batalla tanto física como interna del protagonista, todo esto representa la historia incluso mejor que las palabras y transmite la pequeña opereta con una determinación quirúrgica.
La segunda mitad del álbum es otro mundo aparte; porque no solo saben contar historias, también pueden crear absolutos hits. Los seis temas de corta duración que lo componen recorren la ironía de la banda de A Passege to Bangkok y su fascinante riff principal, sus gustos televisivos en The Twilight Zone o la emotividad personal de Tears. Este álbum presentaría de antemano al Rush que conocemos desde entonces, los auténticos padres del progressive en su representación más íntegramente pura. Influenciaron a gran cantidad de bandas, desde Roxy Music o Asia hasta Mastodon, pero lo que los erige solemnes y únicos es la reciprocidad de esa influencia, manteniendo siempre una mente abierta a nuevas fuentes externas de inspiración que enriquecieron su música a cada paso, otorgando álbumes con un amplio rango de estilos y siempre singulares debido a esto, pero con el inconfundible estilo y sonido que los ha situado mas allá de una banda de culto, convirtiéndose en irrevocables iconos de la historia del rock n’ roll.
- Fue grabado por:
Rush y Terry Brown (producción)
Geddy Lee (voz, bajo)
Alex Lifeson (guitarra)
Neil Peart (batería, percusión)
- Lanzado por:
Mercury Records el 1 de abril de 1976
- Grabación:
febrero de 1976 en los Toronto Sound Studios, Toronto (Canadá)
- Duración:
38:44
- 3 discos de platino en EE.UU.
Exploraron cada esquina de la experimentación en una constante evolución en la que fijaron los parámetros del género. Hicieron todo lo posible, tocaron cada patrón de ritmo, estructuración y bizarras combinaciones, sobre las que toda banda que llegaría después simplemente jugaría según sus reglas, las que establecieron como una banda única en su género. Creadores de trabajos inolvidables como Moving Pictures (1981) y Hemispheres (1978) -estando estos tres en “Your Favourite Prog Rock Albums Of All Time” de Rolling Stone-, la afilada e inequívoca voz de Lee, la exactitud técnica de Neil Peart (para muchos el mejor batería de rock de la historia) y el rock n’ roll salvaje de Alex Lifeson ha dejado su indeleble huella durante generaciones. Que entraran hace escasamente un mes en el Rock n’ Roll Hall Of Fame no es algo sorprendente, más bien lo contrario. Porque no hay nada que te haga más único que la genialidad.
“Por eso creo que los tres hemos permanecido juntos, porque sentimos que en los confines de Rush podemos intentar casi cualquier cosa.”
Geddy Lee, vocalista y bajista de Rush
- Y a ti, ¿qué recuerdos te trae Rush a la memoria?
- Otros discos revisitados: de Pink Floyd, Nirvana, The Strokes.