Twitter nos da la posibilidad de volar rápido, de leer en 140 caracteres una idea sin desarrollar, de aprobar con el retuiteo un enlace que no hemos leído, de difundir mentiras, verdades a medias y en definitiva no pararnos a pensar. Un mundo donde no hay tiempo para ver un cuadro de El Bosco, de asumir que hay que reflexionar; un triste lugar desolado donde los pensamientos se funden ante el vicio del “Me gusta”. El arte debe ser directo, los discos han de tener un mensaje claro y sus portadas no pueden permitirnos perder más de dos segundos. Estamos ante una sociedad que prefiere mantenerse inamovible, obtusa e ignorante. La era de las redes sociales desemboca en el concepto de tener una opinión formada en apenas segundos.
La Rolling Stone original publicaba esta semana una portada protagonizada por Dzhokhar Tsarnaev, uno de los presuntos terroristas de la masacre de Boston. En ella aparece el joven checheno vestido de joven, con el pelo de joven, barba de joven y actitud de joven. Una barbaridad. Gran parte de los medios y la opinión pública han condenado esa aparente aberración. En la tarde de ayer podían leerse algunos de los tuits de creadores de opinión que tildaban la imagen “de pésimo gusto” y consideraba que se le estaba dando “el trato de estrella del rock” a su protagonista. El título que acompaña a la foto era: “The Bomber: Cómo un popular y brillante estudiante rechazado por su familia cayó en el islamismo radical y se convirtió en un monstruo”. Complicado encontrar comentarios acerca de lo que el texto decía ni la conexión que tenía con la instantánea.
Hemos visto esa imagen mil veces. Hemos observado cada fotografía del supuesto asesino gracias a televisiones y diarios pero parece que en esta ocasión, al estamparse el logo de la revista, ha dolido. Nos hemos acostumbrado a ver masacres, a oler cada mañana la sangre en televisión pero volvernos sensibles y asustadizos cuando la realidad nos golpea en la cara. Un chico normal de 20 años puede llegar a convertirse en un terrorista. No estamos dispuestos a aceptarlo.
Rolling Stone se definió en sus orígenes como un medio de contracultura donde una parte importante de la información estaba dirigida a la música, actividad cultural comprometida por aquel entonces con la causa. También se hablaba de política, drogas, revueltas o ideales –Hunter S. Thompson y otros grandes nombres del nuevo periodismo desarrollaron reportajes históricos-. Desde hace años las cosas no son como en los setenta y la sociedad ha cambiado, la publicación se ha adaptado al mundo de la televisión y banalización, dejando a un lado el aura de inconformismo. Por su portada han pasado Backstreet Boys, Obama, Britney Spears o Snooki, participante del programa Jersey Shore, una de las mayores apologías al mamarrachismo existentes. ¿Son todos ellos estrellas del rock por aparecer en la portada del medio estadounidense?
¿A vosotros qué os parece la portada de la Rolling Stone?