Era un día muy pos-rock (como me decía un amigo) con esa lluvia constante en Madrid. Pos-rock, rock instrumental, shoegazing, nu-gaze, y seguir la cadena de tags de la “espiral etiquetaría” que termina en ningún sitio, el encasillamiento indefinido. Visto desde otro punto de vista, si compramos todos los días el pan es por algo.
En toda crítica o crónica que se precie de Explosions in the Sky aparece la palabra “Mogwai”. Por hache o por be. Mierda, ya lo he hecho. Paciencia, observación, cadencia, reiteración para construir LA belleza armónica, el cuarteto de West Texas se plantaba en la capital el viernes para presentar su sexto álbum de estudio con síntomas provocados de cambio, y es que Take Care, Take Care, Take Care toma la tangente de los otros, ese paisaje sónico de círculos de guitarras atmosféricos, más celestial esta vez. La virtud y el trabajo proletario de la paciencia, una calibrada ejecución y un esfuerzo sobrehumano que acusaron hasta el punto de salir a agradecer la vuelta al ruedo, que no podían dar dado su grado de cansancio, y que pedía el público de Vistalegre tras hora y cuarto de cuatro músicos brillantes, de música brillante. Hipnosis emocionantes, crescendos con vértigo, exploraciones paisajísticas infinitas, siempre Texas, Texas Forever.
Decía en la crítica de Take Care: “Son una orquesta de rock, más que una banda de cuatro miembros, donde el valor de la expresión ‘jodidamente buenos’ adquiere el mayor nivel posible”. Pero lo mejor de todo, antes de su exhausta actuación, fue la vivencia de la educación musical en el público presente. Una audiencia de Madrid que siempre califico de “postureo” y analfabeta, y así seguirá siéndolo, pero hay excepciones. El público mantuvo el silencio y escuchó la propuesta musical (de eso se trata siempre, ¿no?), abrió los brazos a esas armonías de ambigüedad sentimental, de caminos sinuosos que se unen en el inherente poder de la deflagración catárquica de la belleza que guardan las sintonías de Explosions in the Sky. Educación.