Hemos conocido recientemente que Last.fm cerraba su servicio de radio en streaming. Este hecho puede entenderse como la derrota de una plataforma en una batalla campal entre nombres como Spotify, Deezer, Pandora o Rdio; otra apreciación, más precisa y alarmante, es la muerte de un formato de consumo musical que no parte de la era digital, sino de casi un siglo de historia.
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El streaming ha vivido en estos últimos dos años un repunte estratosférico, siendo el único medio de consumo musical con un crecimiento de más del 40 % –en 10 años, sus ingresos han aumentado un 1375 %-. En este panorama, muchos modelos pasados se han visto relegados al desuso, mientras otros han tratado de adaptarse al cambio. La radio es uno de ellos, un canal con más de 100 años de historia y que ahora sobrevive a duras penas.
Todos somos expertos (o eso creemos) en esta época de avalancha informativa. La inmediatez del mensaje ha eliminado la sensación de necesidad del intérprete; no tenemos tiempo de analizar, pero queremos conocer todo. La curación de radio en streaming fue un paso previo a las cuasi infinitas bibliotecas de otras plataformas y bastante ha sobrevivido.
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El concepto de selección, recomendación y análisis de la música que escuchamos sigue siendo necesario para una enorme mayoría de usuarios. Pero, sin embargo, si Last.fm prescinde de él, ¿podrá alguno llevarlo adelante? En España lo está intentando YES.fm y, de no ser por la cuantiosa financiación y apoyo del grupo PRISA, se habría precipitado estrepitosamente y sin paracaídas.
El elemento humano y artesanal en la confección moderna de esta plataforma significó un puente inaudito entre un medio clásico como la radio y el probable futuro (ahora presente) que representa el streaming. Prescindía de algo, para mí, indispensable, como es la profundización en la información y contenido musical, pero el mundo gira más rápido que antes y es el sacrificio que se pagó por tratar de salvar parte de la esencia de la maravillosa mística de la radio. Y, aún así, ha caído derrotada y con heridas fatales.