Jake subió al escenario, despachó un par de canciones y con la misma parsimonia que le ha caracterizado desde que se dio a conocer hace un par de años, recogió su guitarra, salió de aquel lugar y fue a ver a su madre, con la que había llegado a aquel Glastonbury de 2011. Jake Bugg tenía los 17 años que una persona debe tener en aquel año si se ha nacido en 1994. Aquello fue el inicio meteórico de un chico de Nottingham que no se ha separado de las seis cuerdas desde que cumplió los 12 años.
[quote_box_left]1. Siempre ha declarado que su sueño era publicar dos álbumes antes de llegar a los 20 años. A su ritmo, llegará a los 10 antes de cumplir la treintena.
2. La prensa rosa le convirtió en un constante objetivo de las cámaras tras un breve periodo de relación con la modelo Cara Delevingne.
3. Ha declarado que no le interesa demasiado la Música actual y le cuesta ver conciertos.
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Algo más de un año después, Bugg había publicado su debut. El homónimo ‘Jake Bugg’ (Mercury, 2012) estaba repleto de grandes canciones con aire añejo que terminó por convencer a los más incrédulos. Un diamante pulido que apenas llegaba a la mayoría de edad. Quizá la edad sea lo de menos, al inglés lo único que le importa es la guitarra y las canciones y en eso llevaba demasiados años de ventaja. No eran 18; eran muchos más.
Que si Dylan, que si Young… las comparaciones no se hicieron esperar. El chico tampoco tenía tiempo para pensar en todo eso si lo que le importaba era componer. Las adulaciones a su forma de crear música parece que no le afectaban demasiado. Un chico de hielo que parece conocer toda la mierda que conlleva el éxito. El fenómeno no tardó en llegar a Estados Unidos. Aunque no supuso un boom, canciones como las que fabrica son las que gustan al otro lado del Atlántico.

``Odio los festivales``
Aún sin el poso suficiente para digerir su primer trabajo, el de Clifton anunció nuevo trabajo. ‘Shangri La’ (Virgin, 2013) fue el resultado a un proceso demasiado frenético. Aunque demostraba la misma agilidad y facilidad para crear canciones, su segundo álbum tenía una producción que no le hacía justicia. Rick Rubin es uno de esos tipos que siguen teniendo la vitola de genio y quizá eso fue hace demasiado.
Entre el country, el rock más clásico y una extrañeza de su folk en tono punk, los estándares del álbum no se adaptaban con la facilidad y frescura que lo hacía su debut. Como buen matrimonio, los Bugg-Rubin no saben que su química no es todo lo especial que debería y ya preparan un tercer trabajo. Queda ver si este affaire es lo que parece o debe terminar de una vez para volver a recuperar al viejo Bugg de hace solo dos años.