Un crimen pasional es un acto brutal y no premeditado. Algo que parece que gusta a los músicos de ayer y hoy, pero que utilizan para dar intensidad a algo que va por otros derroteros. Crocodiles es un grupo de noise pop californiano que ha recuperado este nombre de la imaginería popular para encabezar su cuarto álbum: ‘Crimes of Passion’ (2013).
Negar el valor de estos chicos, asentados en el panorama musical norteamericano sólo con apenas 5 años de trayectoria, sería equivocarse. Además, han sido unos chicos malos, con amenazas de muerte a personajes conocidos, burlas sobre la religión, sobre las celebraciones más comerciales del mundo occidental, etc. Sin embargo, es una herida que no consiguen profundizar con su música, fruto del estado de gracia en el que se encuentran más que de un proceso plenamente consciente.
En este caso, con ‘Crimes of Passion’ seguramente han encantado a todos sus seguidores más acérrimos. Sin grandes probatinas, cambios o experimentaciones han conseguido su largo más compacto. Diez cortes sin fisuras, sin dar lugar a la experimentación que seguramente les dio el favor de grupos como No Age cuando aún estaban empezando. No queda nada de ‘Sleep Forever’, cuyo efecto ya comenzó a desvanecerse en el anterior largo, ‘Endless Flowers’ (2012). Como si fueran Ty Segall o Thee Oh Sees están de vuelta en sólo un año con ‘Crimes of Passion’. Y esta vez, el producto es más sincero, mira menos a The Jesus and Mary Chain, un grupo de culto que siempre está de rabiosa actualidad cuando hablamos de noise pop. Para su cuarto álbum se han pasado a las líneas enemigas, entre las que se encuentran grupos como Bass Drum of Death o JEFF the Brotherhood, fáciles de escuchar, pero condenados por su propia condición a moverse ‘fuera’ del circuito comercial de los grandes éxitos.
Sin embargo, la ausencia de la sorpresa hace más daño al disco de lo que cabía esperar. Temas inspirados como ‘I Like It In the Dark’ o ‘Teardrop Guitar’ quedan aplastados por la increíble fuerza de gravedad que pesa sobre el sonido noventero de la banda. La mejor noticia es la sucesión de ‘Me and My Machine Gun’, ‘Gimme Some Annihilation’ y ‘Virgin’, encarando la recta final. Pero para entonces, el oído ya está acostumbrado a los riffs repetitivos y a los estribillos pegadizos e incluso en algún momento estremecedores, que se funden orgánicamente con el resto de la canción, como si fuera un cuadro más que una canción.