El creador de esta serie irreverente, atípica, cómica, absurda y tan llena de vicios es Jonathan Ames. Un escritor cuyo relato llamado Bored To Death (y protagonizado por un tipo llamado Jonathan Ames) llamó la atención de HBO. La historia del piloto y el germen de todo el metraje televisivo que siguió a dicho piloto narra como un escritor, llamado Jonathan Ames, decide hacerse pasar por detective privado después de ser abandonado por su novia. El encargado de reencarnar a este personaje enganchado al vino blanco, debilucho, bueno, inocente y lleno de curiosidad es el postmoderno y carismático Jason Schwartzman… ¿Quién sino?
Los enormes ojos del actor bañan de comicidad y humor todas las extrañas situaciones que van sucediéndose. Sin embargo, la serie no habría llegado a su tercera temporada si no fuera por sus dos inseparables amigos. Uno es Ray, autor de un cómic cuyo protagonista es un álter ego del autor con un pene gigante. Tierno, sensible y desordenado, a Ray se le podría calificar como el Sacho Panza de la historia. El actor es Zach Galifianakis. Ese señor griego con una abultada tripa y una prominente barba de osito, que todos recordaréis por cruzar Las Vegas con un bebé colgando y de resaca. Y el otro es George Christopher, un editor con tintes de filósofo al que le encanta la marihuana y las mujeres (del tipo que sean). El mejor personaje de la serie que además lo interpreta un actor con solera y con clase, un tal Ted Danson. Que borda su personaje y consigue ensombrecer a los demás.
En Estados Unidos acaba de terminar la tercera temporada. Sin ser la mejor de las tres se ofrecen cosas diferentes. Comienza con un magnífico capítulo doble y termina con otro capítulo, también doble, no tan bueno pero a la altura de la media. Hasta entonces no había habido ningún “continuara…” Otra de las novedades es Ted Danson, su personaje es más responsable, lo justo para que en un par de capítulos se eche de menos a ese vicioso que se excitaba irremediablemente con los sobacos de las mujeres. Que no cunda el pánico, luego vuelve, siempre vuelve. Ray también gana en profundidad, su comic adquiere una dimensión mayor, comercialmente hablando, (el pene de super Ray siempre ha sido de grandes dimensiones). Con una paternidad por medio y una dramática historia de amor con una anciana el personaje de Galifianakis tendrá el arco evolutivo más espectacular de la serie. Y por supuesto, las nuevas tramas de Jonathan Ames, que van desde asesinatos hasta incestos. La suerte sigue acompañando a este incansable buscador de aventuras y aspirante a héroe.
La música, como siempre, es deliciosa. Desde la cabecera (llamada Bored to Death), escrita por Coconu Records, hasta los títulos. Pasando por todo tipo de temas que vienen del pop alternativo. Pero si hay algo que engrandece la serie es la mirada especial que Ames pone en Brooklyn. Una ciudad repetida en millones de sitios pero tremendamente colorista, viciosa e inocentona bajo los ojos de Jonathan Ames.
En esta última temporada las tramas se acercan más al límite. Y por ello corren el peligro de perder autenticidad. Al comienzo a la serie se le podían atribuir temas banales, poco profundos y con una comicidad muy sencilla, a través de ellos George Christopher se encargaba de filosofear. En la segunda temporda comienzan a entrar paulatinamente tramas mucho más serias como el cáncer de próstata de George. Y en esta tercera el cambio se consuma y encontramos una serie más compleja y profunda pero tan imaginativa como siempre. Aunque inevitablemente Jonathan Ames (el creador) pierde autenticidad.
