Las primeras cuatro o cinco filas estaban abarrotadas de rubios y rubias que no habían nacido ni en Madrid ni en ningún lugar de España. Y ese calor de fuera se contagió dentro de una sala llena desde los primeros compases de los teloneros. Cloud Control vienen de un maravilloso paraje australiano y eso se nota en cada nota, en cada melodía psicodélica que llenó la Joy Eslava de cierta atmósfera onírica que no se desepejaría hasta horas después. Porque lo que hicieron Local Natives fue muy espectacular, y no hablo de un gran show de luces o de un tipo que se tira desde los once metros para que su público lo recoja, hablo de música, de guitarras, de teclas, de percusión, de baile, de guiños, de amor. Amor por la música.
Con los angelinos en primera y única fila delante del público, cada uno con un instrumento (bajo, guitarras y teclado) que se cambiarían a lo largo del directo varias veces, comenzó una gran noche para la música en la capital. Enchufadísimos dieron caña con una maravilla de ‘Hummingbird’, su último disco, titulada ‘Breakers’ y otras dos joyas de aquel ‘Gorilla Manor’ que les ha dado tanto: ‘World News’ y ‘Wide Eyes’. La sincronización vocal e instrumental de estos tipos es perfecta y descubre un gusto por el sonido depurado que puede que sólo sea realmente apreciado por sibaritas. Sin embargo, la caña que meten a canciones domadas como la que abre el último álbum, ‘You & I’, es una fórmula universal. El rock nació en los directos y sobrevive en noches como la del sábado.
Taylor Rice y su gran bigote cumplieron las expectativas, al igual que Kelcey Ayer, un tío muy grande con una sensibilidad que traspasa muros. Pero es que lo bueno, lo grandioso, de Local Natives es que Ryan Hahn y Nik Ewing (el nuevo bajista) son tan imprescindibles como ellos y tuvieron un par de momentos de protagonismo que subrayaron lo portentoso del espectáculo con su capacidad para asumir riesgos, tocar otro instrumento o afinar unas cuerdas vocales escondidas hasta ese momento. La personalísima ‘Colombia’ dio su toque tristón y melancólico a una noche sin apenas mecheros encendidos y entonces llegó ‘Sun Hands’ que es un tiro en la cabeza, un riff incansable tras otro, guitarras que sobrevuelan la voz desgarrada de Rice y fin. Se acabó y todo el mundo a pasar frío a un Madrid desprotegido, sin abrigo y sin pop. Pero felices. Local Natives dejó de buen humor a la ciudad.