Después de dos entretenidas horas de buena música y cuando el reloj ya marcaba las 3 de la madrugada, el telón de la sala 1 de Razzmatazz se abrió. Tras él, cinco desdibujadas figuras ocupaban el escenario barcelonés, compartiendo protagonismo con una densa bruma de un color azulado. Entre la niebla, se reconocía a la perfección el tigre que les simboliza. Meses después, Polock volvían a la Ciutat Comtal para repasar en formato de sesión los temas de su aplaudida ópera prima, Getting Down From The Trees, trabajo que aparte de por España y Europa ya han presentado por Norte América y Asia, donde han tenido una fantástica acogida. Una lástima que el talento autóctono sea más apreciado en territorios lejanos que en casa.
Los valencianos, un tanto distantes y apagados durante toda la velada, ofrecieron un concierto correcto que superó por poco los 45 minutos. Aún así, demostraron por enésima vez su calidad y progresión e hicieron vibrar (y bailar) a cada uno de los asistentes con sus finas melodías pop. Des de la inicial Sometimes hasta Tangerines & Unicorns, que cerró la actuación, les vimos mucho más potentes que antaño en la Sala Apolo, en parte por la diferente sonoridad que ofrecen los dos recintos.
Entre su setlist sobresalieron Nice To Meet You, por la que siento y sentiré eterna devoción, High On Life, resultona como siempre, y Fireworks, una de sus piezas más conocidas. Además, pudimos gozar de esos (cada concierto mejores) interludios instrumentales, como el que marca el ecuador de Not so well. Reconocer que servidor apostó por alguna composición nueva, aunque finalmente la banda nos desquitó la razón y no salió de su álbum debut.
Fue una pena descubrir que a medida que la actuación avanzaba, la iluminación no mejoraba. Un ambiente disonante y opuesto a la alegría y la claridad musical del quinteto y su repertorio. Aún así, la oscuridad reinante quedó en anécdota y todos nos fuimos satisfechos a casa, tras comprobar que el crecimiento de estos jóvenes es evidente y su futuro, cada día más prometedor.