Cada vez que Kings of Leon salen a la calle, se la están jugando. Una maceta, un piano o una paloma diarreica podrían cruzarse por su camino y chafarles el día. Especialmente en Reino Unido y si hay autobuses envueltos, es catástrofe asegurada.
La última jugarreta del destino tuvo lugar a la salida de la actuación de la banda en Mansfield, Inglaterra, cuando su autobús tuvo que frenar bruscamente debido a un peatón que se cruzó en su trayectoria. Debido al frenazo, el batería del conjunto, Nathan Followill, ha terminado con las costillas rotas.
El grupo se vio obligado a posponer su siguiente concierto en Nueva York, aunque sobre sus próximas actuaciones no han hecho comentarios. A comienzos de este año, uno de los conciertos de los de Nashville fue declarado zona de exposición al sarampión tras descubrir a una asistente que lo había contraído dos días antes. Kings of Leon no pueden respirar tranquilos.