Nueve es una cifra más que sólida y es el número de discos de la banda británica The Cult, culminando en este último Choice of Weapon (2012). Ya quedaron largamente atrás las maneras del post-punk que en un primer momento les convirtió en una banda a tener en cuenta. Con este nuevo trabajo continúan explorando la faceta más hard rock, con una fuerte denotación soft en varios de sus temas y reconducido por Chris Goss hacia caminos bastante cercanos, en multitud de detalles, a un pseudo desert rock, aunque más similar a Masters of Reality que a Kyuss, por decir uno de tantos nombres.
En una banda tan cambiante, la base esencial marca el ritmo y dirección de esta, las que se ven guiadas por Ian Astbury a la voz y Billy Duffy como guitarra principal. Su trayectoria no se ve salpicada por bruscos cambios de estilo, optando por suaves transiciones de un sonido a otro como una especia que desmarca su trabajo de un disco al siguiente. Aquí han encontrado su siguiente parada en los acertados condimentos que Goss induce a la producción, con rasgos característicos de la escena musical que iniciaría allá en el mítico desierto californiano desde la década de los noventa.
Con claros rasgos del metal, sus temas se encuentran en una denominación común a medio camino entre la cruda suavidad de sus temas más pausados como This Night In This City Forever y una comedida fuerza en For The Animals. Nunca relajan las revoluciones demasiado pero tampoco llegan a explotar el motor, manteniéndose en un correcto punto intermedio que resalta las cualidades aportadas por su productor, pero que a su vez no dan temas inmejorables, haciendo uso de recursos y fórmulas recurrentes y demasiado utilizadas. Con esto pierde un punto de frescura que, mientras alguna de sus composiciones sí lo contienen, por lo general cumplen con una idea más bien básica, bien implementada y ejecutada, pero que no perdurarán en los anales del rock, ni mucho menos.
Personalmente la voz de Astbury resulta en cierto punto cargante con sus exagerados vibratos y gorgoritos, pero que en los temas más acelerados brilla en su justa medida, encontrando su hábitat idóneo. Buscan la melodía en sus partes más cañeras, en un manido uso del estribillo como exponente grandilocuente y pegadizo que rebaje la fuerza del resto del tema. Así, algunos de los cortes lograrán hacerse un hueco en la memoria del oyente, como Amnesia o Lucifer, que podrían ser los mejores temas del álbum, pero que no resultan todo lo imaginativos y novedosos que deberían. Los usos de coros y dobles voces potencian esta faceta de una manera poco ingeniosa pero, como viene siendo habitual, efectiva.
Hay un par de temas que me llaman especialmente la atención y no en el buen sentido. La mayoría de estas situaciones suceden accidentalmente, pero el inicio de The Wolf se asemeja preocupantemente a Times Like These de Foo Fighters, así como Life > Death a Creep de Radiohead. Más que una acusación es una crítica a una falta de inspiración que termina con dos temas ya no solo poco originales, si no que pueden solaparse que temas de otros artistas.
Cuando un álbum te presenta una colección de temas frescos, da igual que no sea tu estilo o tu preferencia, pero llegan. Por ello me muestro tan crítico con este largo, por esa falta de novedad. Por otro lado aciertan en esta fórmula porque funciona, de una manera simple pero directa, convence pero da la impresión de que hay algo más que la banda no ofrece. Es un buen álbum, pero a secas y quizás no esté de más salir de su zona de confort tras nueves álbumes de estudio.
