- ROUGH TRADE (2012)
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7,7
- por Sam Gutiérrez
Doce años han pasado ya desde ese Making Dens, el primer álbum de estudio de Mystery Jets. Por el camino, este quinteto londinense de indie pop ha publicado hasta tres trabajos, entre los que sobresalieron Twenty One (2008) y Serotonin (2010), para muchos el mejor de su discografía. A principios de mes, la banda liderada por Blaine Harrison volvió a la carga con Radlands, un disco ecléctico, sólido, elegante y con más carácter que el anterior y que, por el momento, ha convencido a público y crítica. Sin embargo, faltará que Harrison y los suyos seduzcan en directo, el que es uno de los ‘debe mejorar’ de la formación británica.
Analizando con detenimiento las once canciones que forman este Radlands, se hace evidente una fulgurante sustitución de las guitarras por los sintetizadores. Lejos, muy lejos, quedan esos samplers que deslumbraron en You Can’t Fool Me Dennis o Two Doors Down. Muchas voces han afirmado que han perdido la frescura y espontaneidad de sus primeros hits, y tienen parte de razón, aunque con cortes como Someone Purer o Sister Everett han hecho gala (nuevamente) de ese descaro que les disparó a la fama hace poco más de una década.
Radlands, que fue grabado íntegramente en el estado tejano de Austin, nos dejó patidifusos con su inicio. La pieza inicial del disco, bajo el mismo nombre, Radlands, comienza tenebrosa y rozando el post-punk minimalista (atención a la primera frase de Harrinson: “I’ve heart there’s a place where we go to die”!), aunque la sorpresa no dura mucho y pocos segundos después las guitarras se hacen con el papel protagonista. Y no lo sueltan en ninguna de sus facetas. Ni en su vertiente más playera (Greatest Hits) ni en su versión más cercana a Scissors Sisters, véase The Hale Bop.
Si bien nos han impresionado Someone Purer y Radlands y convencido Take Me Where The Roses Grow, puede que ninguno de los temas de este proyecto pase a los anales de la historia. Pero no por ello debemos desprestigiar la clase de este nuevo trabajo de Mystery Jets, una banda que por mucho que pasen los días, logra no perder la gracia y el ingenio en cada uno de sus acordes.