Lo notas: no hace falta escuchar más allá de los cuatro primeros compases, ni oír la voz licuada y frágil de Jeremy Earl; y tampoco atender a las sencillas melodías de guitarra. Desde que comienza a sonar Pushing Onlys sabemos a qué nos enfrentamos, y tampoco pedimos nada más, ni lo necesitamos.
Sun And Shade es el sexto álbum de la banda neoyorkina Woods: un largo sincero, espontáneo, que se presenta fiel al sonido del grupo, fiel al maravilloso At Echo Lake y al sorprendente Songs of Shame, sus anteriores grabaciones. Un disco que comienza con el corte al que nos referíamos, Pushing Onlys: un ejercicio de honradez en el que nos encontramos los recursos que han hecho de esta banda una de las más especiales y sorprendentes de la nueva ornada de grupos americanos; las melodías sencillas, frescas y naturales que se funden con majestuosidad bajo la voz de Earl, que pese a una producción más cuidada, y artificial, que en sus primeros trabajos sigue manteniendo esa capacidad embriagadora de sumergirnos entre sus letras.
Así se presenta Woods, una banda de Brooklyn que poco tiene del sonido que surge actualmente en este condado de Nueva York; y es que Animal Collective, Grizzly Bear, Vampire Weekend, y otros muchos grupos del movimiento llamado “sonido Brooklyn”, siempre han mostrado una tendencia casi obsesiva en la búsqueda de una refinación y una claridad en los elementos que poco tiene que ver con las bandas primigenias que marcaron el devenir musical de la gran manzana durante los años 60 y 70, como por ejemplo The Velvet Underground.
Las “luces” de las que nos hablan Woods se forman a través de temas como Any Another Day y Be All Be Easy; muestras claras de madurez para una banda que ha sabido mantener el espíritu lo-fi de sus primeros largos a partir de una cuidada producción sonora y una composición sencilla pero eficaz. Por ello hablamos de estos dos cortes, claramente continuistas con la “memoria” de la banda: el primero es un claro guiño a la eterna banda de Lou Reed y el segundo, a su propia historia. Y es que tenemos que englobar a Woods dentro de un marco musical en el que encontramos las claras influencias de Creation Records (My Bloody Valentine, etc) y de todo aquel sonido abrupto que comenzó con el maravilloso Here are The Sonics!!!; así encontramos las bandas que están definiendo el nuevo garage-rock psicodélico y que en su mayoría se encuentran en la costa oeste (Sonny & the Sunsets, The Oh Sees) y están agrupadas en sellos como Fat Possum Records o Matador.
Con esto podemos entender un poco las razones de Sun And Shade, un disco que señala la madurez de la banda a través de sus canciones y desde la propia esencia de grupo al ser autoeditado en su propio sello Woodsist.
Volviendo al contenido debemos señalar que el álbum se encuentra dividido en tres partes muy diferenciadas por sus cortes: tras las tres canciones que señalábamos antes surge Out of the Eye, un título revelador para una canción instrumental de 7 minutos en los que la banda de Brooklyn consigue crear una atmósfera sonora basada en la repetición rítmica y melódica llegando a producir (y mantener) un estado de trance casi místico. Algo parecido ocurre con Sol y Sombra, el corte 7, donde los elementos van uniéndose en un intento por conseguir una representación casi tangible de una ceremonia religiosa; sin embargo, la extrema duración del tema hace que sea muy difícil sumergirse en él. Estas podrían ser las “sombras” de las que habla el título del disco en el que encontramos temas como Hand it Out y To Have In The Home que siguen la línea de sus anteriores trabajos a partir de los riffs sencillos y las melodías pegadizas.
Sin embargo debemos decir que es un álbum que pierde un poco la frescura de los anteriores: en su sexto disco se nota que Woods ha cogido una madurez en la producción perdiendo esa inmediatez tan atractiva de sus anteriores trabajos; lo que no quiere decir que no encontramos canciones geniales como Who Do I Think I Am?, que algunas veces recuerda a Galaxie 500, y What Faces The Sheet, entre la Velvet y Jonathan Richman, con un final maravilloso.
WOODSIST [2011]
[7,5]
Luis Fernández
