Según publica el diario El País en su página web, el Gobierno prepara un borrador para luchar contra la piratería, un nuevo capítulo en la famosa Ley Sinde-Wert. Dicho texto afirma -aún sujeto a cambios, como asegura el diario- que se perseguirá a los dueños de web de enlaces y serán castigados con penas de hasta seis años de prisión. A la reforma del Código Penal promovida por el Ministerio de Justicia de Alberto Ruiz-Gallardón se le unirá esta ley de la protección de la propiedad intelectual que ha sido tan discutida desde la aparición de las webs de descargas ilegales.
Estas páginas -que no contienen el contenido ilegal pero sí marcan el camino hasta él- podrán ser bloqueadas, eliminando también aquellos enlaces que se consideren ilegales por afectar a la propiedad intelectual. El condenado no será únicamente el que reproduzca ese contenido: se perseguirá al proveedor. ¿Quién sale ganando? ¿quién es el que pierde?
Un ciudadano español debe pagar hasta un 20% más por internet que un alemán.
Esta ley que condenará al que facilite contenido ilegal llega a una sociedad que paga cuotas de línea de internet superiores a la media de Europa y con los impuestos culturales más altos del continente. En España el ciudadano debe pagar hasta un 20% más por la misma conexión de lo que paga un alemán, un 28% más que un francés o hasta 50% si se compara con un ciudadano británico, según afirma el informe de la Oficina de Comunicaciones del Reino Unido, publicado a principios de año. El español, con un salario medio de 1.639, debe hacer frente a un pago mayor que el de estos países donde el salario medio es mayor. Así un alemán recibe un 33,2% más de salario, un británico un 30,4% o el 24,2% de un ciudadano francés, por lo que la cuota afectaría menos si cabe a su economía.
¿Es lícito que alguien se enriquezca con el trabajo de otro? Gran parte de estas webs que ofrecen compartir el enlace del trabajo intelectual de otros están cargadas de anuncios que les reportan beneficios; están generando dinero a costa de publicaciones que no les pertenece.
La alternativa a la piratería
Atendiendo al mercado de la música en España, la única alternativa probable en este momento parece ser Spotify. La aplicación sueca se muestra como una idea que permite combatir la piratería aunque no queda claro si termina de beneficiar a músicos y sellos. El precio de una cuenta premium en Europa gira en torno a los 10 euros. España, Francia, Italia o Alemania pagan 9,99 euros por poder utilizar Spotify sin límites durante un mes. Un británico debe pagar 9 libras – unos 10,60 euros- y un sueco 99 coronas, algo más de 11 euros, por utilizar la opción premium del programa. La diferencia está en que el sueldo medio del resto de países y el mínimo, que en muchos casos sube al doble que el nuestro, el precio de Spotify sería más caro que el que se presenta respecto a otros países de Europa.
De llevarse a cabo esta nueva ley que el Gobierno instalaría para la primavera de 2014, las empresas de comunicaciones que ofrecen líneas de Internet apenas podrían justificar los altos precios, ya que el usuario estaría pagando más que el resto de europeos sin poder consumir contenidos penalizados. Es por eso que, como informa el El País, estarían presionando al Gobierno para que esta ley no saliera adelante. ¿Tendría sentido publicitar la fibra óptica o grandes conexiones para el usuario medio si se persiguiese el contenido ilegal?
El que paga es el usuario
Cuando se cumple un año de la subida del IVA en la cultura del 8% al 21% se presenta esta medida que pretende limitar la piratería. Aparece como un parche ante la manida industria cultural. Si ya de por sí en España la cultura no disponía de ayudas y la industria musical estaba maltratada por las instituciones, esta nueva situación ha terminado de crear un lastre que ha empezado a causar estragos tanto en bandas como en salas, festivales, sellos o promotoras.
España se ha convertido en el país europeo con más impuesto sobre la Cultura. Gran Bretaña, país soñado por la industria musical de medio mundo, posee un impuesto del 20%, seguido de Portugal (13%), Alemania (7%) o Francia (5,5%). La situación económica actual ha obligado a países como Italia a subir los impuestos sobre la cultura y los espectáculos del 10% al 12% pero en ninguno de los casos ha sufrido una subida de ocho puntos. Un cambio de precio que puede arrasar con cualquier intento de salvación de la industria musical. ¿Es una solución real la nueva ley antipiratería?
España se ha convertido en el país europeo con más impuesto sobre la Cultura.
Atendiendo a la evolución de Internet, que siempre va más rápido que la ley, el sistema que se presenta para luchar contra la piratería parece una forma más de contentar a las instituciones culturales tras las quejas sobre la subida de tasas aplicada y en ningún caso puede tomarse como una solución. Si el sistema para compartir no se adaptase a la nueva ley como ha ido haciéndolo en los últimos años desde la aparición de programas de intercambio de archivos a los links de descarga directa o los torrents, la Cultura se convertiría en un bien al alcance de muy pocos.
La solución a todo esto ya la puso Steve Jobs hace años con iTunes Store, vamos por lo menos parte de la solución, que es, discos mas baratos y poder comprar canciones sueltas, de todas formas los gobiernos que toman estas medidas ayudan muy poco a la industria y a la cultura.
Los iTunes o Spotify son la solución menos dañina pero, mientras aparezca la gratuito como opción y los precios sigan siendo abusivos en los artículos de Cultura, la cosa parece complicada…
¿Qué te parece la situación actual de la piratería en España?
Lo de siempre, si no compramos discos es porque cuestan un pastizal. 20€ por un CD? Casi te sale más barato irte a otro país y comprarlo. Y Spotify no es una alternativa si no da dinero a los artistas, porque no se lo da. Hasta que caigan las grandes discográficas, que tienen el 80% del mercado, no se cambiará la situación. El futuro está en los pequeños sellos, tipo Burger Records, Noyes Records, St Marie… Una casa con un par de tiendas, buenos precios y que paga a sus artistas.