REVISITAMOS | por José Roa
Black Sabbath | Paranoid | 1970
El nacimiento de un género. La creación espontánea de un universo en su totalidad. Aun se debate quién creó el rock n´ roll, The Kinks plantaron las semillas de lo que más tarde Deep Purple, Led Zeppelin o AC/DC alzarían como hard rock; pero sin ninguna duda, sin lugar a debate, los creadores, pioneros, leyendas y principales impulsores del heavy metal fueron Black Sabbath. La formación inicial daría forma a un género que ha permanecido como uno de los más importantes en la escena musical hasta día de hoy. El maligno espiritualismo, las drogas y sus constantes abusos serían tema central tanto de sus canciones como de su carrera, plagada de excesos, truculentas historias y la música más pesada y contundente que el ser humano había escuchado hasta entonces.
El verano del amor marcó el fin de una esperanza, el enfrentamiento a una realidad en el que la revolución no iba a suceder y todo el mundo hablaba de flores y felicidad, cuando la realidad era otra totalmente distinta. En esa brecha entró Sabbath, con una visión apocalíptica, cruda y seria de lo que realmente sucedía. Hablaban de la guerra, de la sociedad, el amor y las drogas sin dar cabida a esa promesa de cambio que los sesenta abanderaron. Con este Paranoid (1970), su segundo álbum de estudio, continuaron el camino de su primer disco ese mismo año, consolidando su estilo y su lugar en la escena musical.
Al igual que otras bandas del hard rock, los cimientos de su música se asentaban en los constantes e inventivos riffs de las cercenadas yemas de Tony Iommi a la guitarra. De manera absolutamente espontánea, todo este álbum fue compuesto en jams improvisadas, sin ideas previas, como una mano mística que escribía sus composiciones antes de que ellos mismos las tocaran. Muchos de sus mejores riffs se encuentran en sus tres primeros álbumes, encontrando en su segundo álbum míticos títulos como War Pigs, Iron Man o su más afamado corte, Paranoid, considerado además uno de los mejores de la historia.
Su estructura musical escapa de lo cotidiano, usando siempre distintas variaciones en los temas que lo alejaban de configuración común de la simpleza de su época. Podría resumirse composición más característica en riff, variación, solo y salida final, dando lugar a varios temas distintos dentro del mismo. Y en su continua peculiaridad, también la composición de las letras. No es habitual ver al bajista componer las letras del cantante, pero aquí Geezer Butler plasmaba su interés por las artes ocultas, la contaminación en la contundente Iron Man, la guerra en War Pigs y la adicción en la que caían las tropas en Hand of Doom, en una perfecta conjunción con la voz de Ozzy Osbourne, que aun no siendo propias encuentra su perfecta ejecución, no tanto en técnica como en sensación y significado, con un estilo definido que complementaba la instrumentalización y apoyando las líneas y riffs musicales en muchas de sus melodías.
Aunque lo que destaquen sean los incesantes riffs, la base de esta banda se encuentra en su formación rítmica. El perfecto ajuste entre Butler y Billy Ward a la batería da el empaque y presencia que necesita la fuerza de sus temas. Las abruptas variaciones de sus temas se sostienen gracias al impecable trabajo de la pareja, con firmeza y virtuosismo, en temas como Electric Funeral en su oda al Apocalipsis nuclear o Fairies Wear Boats, el único tema del álbum con letra de Osbourne, el cual habla sobre los skin heads, cerrando en un delirio sobre la drogadicción alejado del inicio del corte. Uno de los temas que pasa desapercibido en su relajación es Planet Caravan, eclipsado por los grandes riffs y el ruido de los demás temas, pero siendo un corte asombroso en su espacial romance psicotrópico, que denota su versatilidad y las influencias más jazzísticas de Iommi al estilo de Django Reindhart. Un álbum que en su dureza definiría el futuro de la banda, dándoles un pase al número uno y abriéndoles las puertas de Estados Unidos, así como también daría forma al género del heavy metal y las bandas que más adelante lo encabezarían.
Fue grabado por:
Rodger Bain (producción)
Ozzy Osbourne (voz)
Tony Iommi (guitarra)
Geezer Butler (bajo
Billy Ward (batería)
– Lanzado por: Vertigo el 18 de septiembre de 1970
– Grabación: 16 al 21 de junio de 1970, Londres, Reino Unido
– Duración: 42:07
– 4 discos de platino en EE.UU y uno en Canadá.
Muchos consideran que el único Black Sabbath que realmente existió es de la era de Ozzy. Dio ocuparía su lugar después de que el resto de la banda despidiera a Osbourne por su incontrolable abuso de la cocaína entre otras muchas, dando un nuevo enfoque a la banda y con una cualidad técnica muy superior, pero perdiendo parte de las raíces de la banda en su defecto. Los setenta significaron el fin de una esperanza y la muerte del sueño de toda una generación, cayendo estrepitosamente contra una realidad que Sabbath recogía como estandarte, siempre menospreciados por la prensa, que no entendía su trabajo ni compartía su pesimismo exacerbado frente a los problemas de la sociedad. Pero el tiempo los puso en el lugar que, obviamente, se merecen.
Un grupo de músicos excelentes, aunque Ozzy no destaque como un excepcional vocalista, que crearon algo que nunca nadie había hecho. Aunque haya bandas como Deep Purple que manejaran mejor sus composiciones, Sabbath partió de cero en una sonoridad oscura y siniestra absolutamente única, con temas que lo que pudieran perder en estricta calidad compositiva lo ganaban en ambientación y fuerza como nadie ha sabido hacerlo. Las raíces industriales de su Aston natal moldearon un sonido áspero y potente que definiría un género, una banda y mostraría al mundo aquello que no quería ver a golpe de yunque y acero.
“Solo somos un grupo de tíos con suerte que se juntaron y algo mágico pasó. Nada místico, no había calderas ardientes, ni ratones muertos en un cazo. Lo intentamos, pero no funcionó.”
– Ozzy Osbourne, cantante de Black Sabbath