Una de las más jóvenes salas madrileñas cierra, como tantas otras, por orden del Ayuntamiento de Madrid. Otro capítulo en el desprecio municipal hacia la cultura.
La Joy Eslava estaba repleta de gente en el primer día de auténtica primavera. El músico sabe mimar a los suyos y preparó un espectáculo a la altura de ese cariño que le profesan no sólo los portugueses -había bastantes en la sala- sino toda clase de público. Madrileños en este caso.
Estaba Madrid convulso entre tanto policía, golpetazo siniestro apoyado desde el diestro, calle cortada y recortada del gobierno que hacía falta una pequeña dosis...